Fusión fría
Hace unas semanas en el programa ‘Cuarto Milenio’ se hablaba de los fraudes científicos. Me llamó especialmente el dedicado a la fusión fría. Salvo el caso de la falsa clonación, posiblemente éste sea el caso más sonado en el que varios hombres de ciencia nos la hayan querido colar. Recuerdo en su día haber escuchado hablar y leído en revistas de divulgación cosas sobre la fusión fría, el descubrimiento y el posterior escándalo. El recorte de periódico que acompaña estas líneas es de La Vanguardia del día 23 de abril de 1989 y corresponde precisamente a aquellos primeros momentos.
La fusión fría es, de momento, una entelequia y los científicos no se ponen de acuerdo en si algún día podrá conseguirse. Si esto ocurriera, el panorama energético mundial cambiaría por completo, dejaría de ser motivo de disputas y ya no emitiríamos nunca más gases nocivos a la atmósfera. Quizás demasiado bueno para ser verdad. Para resumir, la fusión fría consiste en producir energía mediante reacciones nucleares a temperatura ambiente. El parámetro de la temperatura es precisamente lo revolucionario. Ahora, para conseguir la fusión de los átomos de uranio-235 es necesario un «combustible» (óxido de uranio) que genere el calor que hace falta para provocar la reacción. Como todos sabemos, tanto los residuos resultantes de «quemar» este óxido de uranio como el producto de las fisiones son altamente radioactivos y perjudiciales para el medio ambiente y para el ser humano.
El 23 de marzo de 1989, dos investigadores de la universidad de Utah, en Estados Unidos, afirmaron haber logrado la obtención de energía mediante la fusión de átomos de deuterio (un isótopo del hidrógeno) y paladio. Esto se conseguía a través de un proceso de electrólisis, introduciendo una barrita de paladio y platino en agua pesada (agua con deuterio en vez de hidrógeno). Aplicando electricidad se obtenía más energía que la utilizada en el proceso. El problema vino cuando otros científicos intentaron repetir sin éxito el experimento. Al poco tiempo se supo que todo había sido un engaño…
Pero inasequibles al desaliento, los químicos, los físicos y otros investigadores siguen buscando esa panacea energética que, de momento, es sólo ficción. Buscando por internet he encontrado algunos de estos intentos. Uno de ellos es bastante reciente, ya que data de mayo de 2008. Fue ideado y realizado en la universidad de Osaka por el catedrático Yoshiaki Arata. Curiosamente, la base del experimento es la misma que en el fraude de hace veinte años: el agua pesada. Lo que cambia son las condiciones de presión y el material, que ahora es óxido de zirconio y, igual que entonces, paladio. Aunque en este caso el resultado tiene mejor pinta, al final no hay nada concluyente. Quizás estemos cada vez más cerca de conseguirlo…