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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
23 de noviembre de 2012

Las «pesetas extranjeras»

Este año se cumplen diez del momento en el que abandonamos la peseta. 2002 fue un año histórico para los que nos gusta el mundo de la numismática y la notafilia. Ese cambio radical permitió que muchos como yo nos quedáramos con docenas (centenares diría yo) de monedas de poco valor. Fue por entonces cuando me decidí a clasificar las antiguas monedas de peseta (las «rubias» de Franco y de Juan Carlos I) por año de acuñación. En aquel momento no tenía ni idea de que muchas de ellas –pesetas y duros de 1978– no estaban fabricadas en España por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, sino en lugares como Chile, Inglaterra, Alemania o Canadá. Las más conocidas de todas son posiblemente las «pesetas chilenas».

Pero, ¿cuál era la razón por la que se acuñaron en otros países? Según la propia FNMT, tras la coronación de Juan Carlos I como Jefe del Estado, se hacía urgente una renovación y ampliación del parque de monedas de pequeño valor (pesetas y duros), que eran la base del cambio que se usaba a diario. Debido a la inflación, las monedas de menor valor, especialmente los 50 céntimos, había pasado prácticamente a la historia. La cantidad de monedas de peseta que circulaban en España se había quedado pequeño para las nuevas necesidades. Además, muchos ciudadanos, ante el rumor de que se iban a retirar las monedas con la efigie de Franco, guardaron para la «posteridad» las viejas piezas. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez en una caja perdida alguna «rubia» de Franco?

La FNMT acordó que para 1978 necesitaría acuñar gran cantidad de monedas de una peseta, pero la capacidad de su fábrica no era suficiente. Por eso se llegó a un acuerdo con la Casa de la Moneda Chilena y la Royal Mint británica para que acuñaran parte de esa tirada. En total se acuñaron en 1978 la friolera de 600 millones de monedas de una peseta, de las que 140 millones provenían de Chile y 80 millones del Reino Unido. Varios cargueros dejaron en Santander y Valencia la mercancía, que sería distribuida por toda España.

Lo más interesante para los que somos aficionados a la numismática es que esas pesetas «extranjeras» son levemente diferentes a las acuñadas en España, por lo que es posible identificarlas. Así que si tenéis por casa «rubias» de 1978 id a por una lupa. La primera diferencia en la que nos tenemos que fijar es en la estrella donde figura el año de acuñación, que encontraremos al lado de la «A» de «ESPAÑA». Si el 7 y el 8 está visiblemente separado, la peseta es chilena. Si están muy juntos es española y si están algo separados existe la posibilidad de que sea británica. Otra característica es la tilde de la «Ñ» de «ESPAÑA». Existen dos variantes, con tilde larga, en cuyo caso es acuñación española, o tilde corta, casi como un punto sobre una N, es foránea (Reino Unido o Chile). Un último detalle advertido por el numismático Marcos Olivares en su ‘Estudio sobre las Monedas de 1 Peseta del Reinado de Juan Carlos I de España’ [PDF] hace referencia a un defecto en el cuño de las monedas fabricadas en España y en Chile. Esta característica consiste en un pequeño punto situado en la «N» de «JUAN».

Con estos tres elementos combinados podemos más o menos diferenciar la procedencia de nuestras pesetas de 1978. Hace unas semanas me puse con ello e intenté identificar mis varias docenas de «rubias» de aquel año. Tras un pequeño trabajo no demasiado sencillo, la gran mayoría de monedas eran de la FNMT, pero identifiqué como chilenas seis de ellas, y como británicas a tres.

Más información en: Hilo sobre las pesetas chilenas en el Foro Numismático, Hilo en el foro Imperio Numismático.



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