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La bitácora personal de Ricardo Martín
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12 de mayo de 2013

¿Una catástrofe natural en la Zamora del siglo X? (Segunda parte)

Hace casi dos años justos escribí una entrada en este blog acerca de una enigmática catástrofe que tuvo lugar en el siglo X y que afectó de lleno a Zamora y a otras localidades circundantes. Especulé con la posibilidad de que fuera esta la causa del derrumbe del viejo puente romano del que se conservan varios mojones cerca de la margen izquierda del Duero. A pesar de que dejé aquello escrito, no he dejado de investigar nuevas fuentes que hagan referencia y arrojen luz sobre este hecho tan apocalíptico.

Una referencia que no conocía me la encontré por casualidad en la página 36 del libro ‘Crónica de la Provincia de Zamora’ (1869) de Fernando Fulgosio y que dice lo siguiente:

[…] En este mismo año de 939, hubo un eclipse, al cual dieron grande influjo los hombres en los asuntos políticos; como de igual manera experimentó en junio la ciudad de Zamora horrorosísimo estrago, efecto de una llama o nube de fuego que, según dicen, salió del Océano (lugar poco a propósito para el caso) y abrasó varios lugares y un barrio de Zamora, lo cual acaeció en sábado, 1º de junio. Mencionado el suceso en documentos antiguos, debemos aquí referirle, dejando para mejor ocasión el hallar modo de explicarle.

Mucho más amplia es la descripción, siempre basada en conjeturas, contenida en ‘Memorias Históricas de la Ciudad de Zamora’ (1882) de Cesáreo Fernández Duro (página 206 y siguientes) y en la que referencia a otros tres historiadores (Morales, Mariana y Lafuente):

«Extraño es y monstruoso, exclama Morales, y difícil de creer este prodigio. Mas yo lo he contado por las mismas palabras que está escrito en los Anales compostelanos, hallándose también de la misma manera en otras memorias antiguas. Pudo ser que este año sucediesen los incendios de estos lugares casualmente, y el vulgo, como suele, inventase salir la llama del mar».

Mariana trata de la ocurrencia en el reinado de don Sancho el Gordo escribiendo : «Del Océano grandes llamas, causadas, á lo que se entiende, de algún aspecto maligno de las estrellas, se derramaron sobre las tierras cercanas, y hasta Zamora (tanto cundieron) abrasaron muchos pueblos y campos».

Lafuente creyó que la noticia pudiera estar relacionada con el eclipse de sol que se observó en la batalla de Simancas el año 939 , y ningún otro historiador, que yo sepa, ha fijado la atención ó concedido mayor importancia á la ocurrencia que el monje de Compostela anotó, si concisa y nebulosamente, seguro en cambio de la certeza. La meditación, fundada en observaciones que iré esponiendo, me induce á denunciar una conmoción subterránea como causa de los desastres en tan pocas palabras referidos por el religioso anónimo. ¿Qué origen pueden tener en Zamora la calle que se llama de la Brasa, el prado y la fuente que se denominan de las Llamas? Aisladamente no sería fácil descubrirlo; pero hay coincidencias que no es dado atribuir á la casualidad y que fijan la idea en esa triple conmemoración del fuego, tan impropia de los lugares á que se aplica. El estudio del terreno en que brota la fuente hace patente que el rio Valderaduey corría antiguamente por el sitio en que hoy se halla la Estación del ferro-carril y los bajos de San Lázaro, desembocando en las inmediaciones de Olivares.

Tal y como dice la entrada de la Wikipedia dedicada al terremoto de 949, actualmente los investigadores consideran como tal a ese extraño evento. Fernández Duro también recoge una fuente árabe de la que no cita su procedencia y que vendría a confirmar esta hipótesis sísmica:

«Tembló la tierra, dicen, con tan espantoso ruido y estremecimiento, que cayeron muchos alcázares y magníficos edificios, y otros quedaron muy quebrantados; se hundieron montes, se abrieron peñascos, y la tierra tragó pueblos y alturas; el mar se retiró de las costas, y desaparecieron islas y escollos. Las gentes abandonaban los pueblos y huían á los campos, las aves salían de sus nidos, y las fieras, espantadas, dejaban sus grutas y madrigueras, con general turbación y trastorno; nunca los hombres vieron ni oyeron cosa semejante; se arruinaron muchos pueblos de la costa meridional y occidental de España».

El gran problema es que esta crónica está datada en el año 881, muy lejos de 949 y en un ámbito geográfico que más se corresponde con el sur o el suroeste…



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