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La bitácora personal de Ricardo Martín
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8 de agosto de 2015

‘El Diccionario de Lemprière’

El final del siglo XVIII en Europa fue un periodo convulso. No en vano, supone el fin de la era absolutista, de la superstición religiosa y el comienzo del humanismo, la revolución industrial y la democracia parlamentaria tal y como la conocemos hoy. En las principales ciudades del viejo continente se vivían revueltas, no sólo políticas sino también puramente laborales. Las máquinas estaban quitando el trabajo, por primera vez en la historia, al ser humano. Es también el momento de la reacción, la búsqueda del esoterismo, el surgimiento de la nueva masonería, la masonería moderna, y los conciliábulos conspiracionistas estaban a la orden del día. Este sería, a grandes rasgos, el contexto histórico en el que se desarrolla ‘El Diccionario de Lemprière, una novela escrita por Lawrence Norfolk en 1991 –y publicada en España en 1994–.

En 1788, un lexicógrafo y erudito inglés procedente de la isla de Jersey, publicó un diccionario sobre mitología clásica. Un compendio de conocimiento acerca de los mitos de las culturas del pasado. Hasta ahí los hechos reales. El John Lemprière de la novela es un personaje joven, inseguro, lo que hoy llamaríamos un «friki» de lo clásico, un ratón de biblioteca hasta sus últimas consecuencias que proviene de una antigua familia de comerciantes marítimos venida a menos. Tras la extraña muerte de su padre, el descubrimiento de determinados documentos le llevan a Londres. Comienza a desenvolverse en un entorno un tanto extraño. Mientras busca las razones de la muerte de su padre, intereses ocultos –y muy poderosos– intentarán que su misión fracase.

Puede que leyendo esta introducción a la novela uno se lleve una impresión equivocada de lo que es ‘El Diccionario de Lemprière‘. No es una obra fácil ni corta. Sus setecientas páginas repletas de referencias mitológicas detallistas hasta lo enfermizo, sus descripciones barrocas y a veces surrealistas –pero siempre originales e imaginativas– y su despliegue sin fin de conocimientos de vocablos navales pueden descolocar y desanimar a más de uno. Y no les culparía. Entiendo que Norfolk buscaba en cierto modo un armazón enrevesado y hasta alocado para su historia, y cubrirlo además de un barniz de erudición un poco gratuita –o un mucho, depende de las opiniones–. Pero a pesar de todo, si uno tiene paciencia, una base cultural mínima, puede disfrutar de muchos de los pasajes del libro, aunque siempre existen momentos áridos.

‘El Diccionario de Lemprière’ a pesar de la madurez de su escritura, de su forma y fondo, fue escrito cuando su autor tan sólo contaba con 28 años. Para muchos, Norfolk es algo así como el Umberto Eco de las islas, con sus virtudes y sus defectos. 6,5/10



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