rmbit - La bitácora personal de Ricardo Martín
La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
28 de agosto de 2022

‘Historias para Imaginar’

Este verano estoy escuchando varios podcast de ficción. A ‘Blum’ ya le he dedicado un post hace poco tiempo. La espectacular e imaginativa ‘La Firma de Dios’ también merecería otro. Desde luego es muy recomendable. Pero también me gusta echar la vista atrás y recuperar viejos programas de archivo ahora convertidos en podcasts. Tenía ganas de ponerme con ‘Historias para Imaginar’, un pograma emitido por Radio Nacional de España entre 1973 y 1974, cuyo creador es Chicho Ibáñez Serrador, aprovechando un receso en su exitoso programa de televisión ‘Un, Dos, Tres… Responda otra vez’ (que volvería en 1976). En ‘Historias para Imaginar’ se adaptan historias clásicas de la fantasía (de autores como Ray Bradbury) así como adaptaciones muy particulares e historias originales también bajo sus habituales seudónimos.

A pesar de haber transcurrido casi cincuenta años, la capacidad de entretener y sorprender es notable. Las voces del excepcional cuadro de actores de Radio Nacional de España junto con algún actor de cine bastante conocido (Daniel Dicenta, Aurora Redondo, Luis Varela o Carlos Larrañaga entre muchos otros) le da un empaque y una sonoridad pocas veces coseguida. Mención especial merecen los siete episodios de ‘El Fantasma de la Ópera’. Algunas de ellas como ‘El Trapero’ serían adaptadas a sus famosas ‘Historias para no Dormir’ en su segunda etapa de 1982.

En la web de RTVE se han colgado varios de estos programas (en la fecha de hoy hay 33). Desconozco cuántos son en total, ya que buscando información apenas he encontrado nada. Es de agradecer que la radiotelevisión pública se acuerde de su legado, enorme, más allá de los programas de televisión. También la calidad del sonido es algo a tener en cuenta. Es sorprendente que todos estos programas radiofónicos se hayan conservado en tan buen estado para que ahora las nuevas generaciones podamos disfrutarlos. Muy recomendable.

13 de julio de 2022

‘Blum’, un podcast de ficción modélico

Desde que comencé a escuchar la palabra podcast allá por los últimos meses de 2004, este mundo tan extraño al principio ha evolucionado mucho. Al principio, como todo, el amateurismo era lo que imperaba, con sonidos precarios y locuciones poco ortodoxas. Tras unos años lejos del gran público, la aparición de Podium Podcast en 2016 con producciones propias como ‘El Gran Apagón’ impulsó en España este formato de consumo de audio. Pero fue con el comienzo de la nueva década cuando nuevas plataformas como Podimo, Spotify Podcasts y otras, incluso de pago (hasta el momento eso era impensable), llegaron a nuestros ordenadores y dispositivos móviles.

Lo que nos ocupa es, sin duda, uno de los mejores y más interesantes podcast de ficción que he escuchado hasta la fecha –y no han sido pocos–. ‘Blum’ sale de la mente genial y experimentadora de Manuel Bartual junto con Carmen Pacheco con la colaboración de turismo de Suiza. Lo que nos cuentan es la historia de Emma Castillo, una periodista que por azares del destino conoce la historia de Clara Pastor, que a su vez investiga la vida de Ursula Blum para su tesis. Blum fue una pintora suiza dentro del movimiento vanguardista El Jinete Azul, en el que también estaban, por ejemplo, Vasili Kandinski. La biografía de Blum que fascinó a Clara también lo hace con Emma. Recorrerá toda Suiza de museo en museo y de ciudad en ciudad, conociendo a gente a veces interesante, a veces enigmática, que aportarán datos sobre una extraña melodía oculta en sus cuadros. Pero hay algo más. Siempre algo más…

‘Blum’ tiene todo lo que necesita una buena historia: Viajes, lugares reales que no descubrirías de otra manera, misterios, suspense y una calidad de producción y un cuidado por el detalle que a mi me ha encantado, con pinceladas de música, de arte, de ciencia y de historia. Nueve capítulos que podéis encontrar en vuestra plataforma favorita de podcasts o incluso en YouTube.

15 de marzo de 2015

‘La España de los Botejara’, el costumbrismo de la Transición

En muchas ocasiones se utiliza la expresión «valor antropológico» –o sociológico– para justificar engendros artísticos. Se dice, por ejemplo, que tienen valor antropológico las películas de Paco Martínez Soria o las del landismo. También programas de telerrealidad del estilo de ‘Gran Hermano’ han recibido calificativos de este estilo. Pero si somos puristas, no hay tantos ejemplos a los que pueda aplicarse con propiedad.

A mi me ha parecido que ‘La España de los Botejara’ sí cumple con la premisa de servir de documento de estudio para sociólogos y antropólogos de hoy y del futuro. Fueron diez documentales emitidos por Televisión Española en agosto y septiembre de 1978 sobre la idea del por entonces muy popular periodista bilbaíno Alfredo Amestoy. Lo he recuperado gracias al archivo de la corporación pública. En su momento se presentó casi como una superproducción, rodada a lo largo de dos años en varias localizaciones españolas y extranjeras. Y con música de Antón García Abril y Pablo Guerrero.

‘La España de los Botejara’ pretende radiografiar la diáspora de una familia, encarnada por los Botejara, una estirpe procedente de Villanueva de la Vera (Cáceres) y que a lo largo de cuatro generaciones son entrevistados por Amestoy allí donde se han asentado (Cataluña, Baleares, País Vasco, Madrid o Alemania). Casi todos los aspectos de la vida son analizados en el documental, desde la muerte hasta las finanzas familiares, los estudios de los hijos o la relación con otros miembros de la familia.

Sorprende cómo cuestiones como la política, la percepción de la cultura o la economía de 1978 se asemejan a las de 2015. Otras sin embargo son muy diferentes. El documento tiene aún más valor por tomar un terreno completamente virgen de experimentos audiovisuales que le dan una autenticidad que se palpa en cada minuto.

4 de febrero de 2015

‘Música Ligerísima’

Viendo programas de televisión como ‘Cachitos de Hierro y Cromo’ me viene a la mente una idea: Dentro de unos años, será imposible hacer una nueva versión de este espacio con las décadas que vivimos actualmente. La música brilla por su ausencia en todas las teles de España. Otro de esos programas que explotan de manera inteligente los archivos casi inagotables de Televisión Española con fines musicales es ‘Música Ligerísima’. Emitido a finales del pasado año por La 2, lleva como subtítulo ‘Música Popular Española 1968-1978’. Queda claro que este espacio es bastante específico, centrándose no en el clásico estallido del pop español de los sesenta, sino en su evolución y su articulación en propuestas más complejas y a veces insólitas.

‘Música Ligerísima’ tiene la virtud de querer investigar y mostrar. Por eso sigue los rastros de los principales protagonistas de la escena musical de esa época, de su progreso y de sus relaciones con otros artistas y con los acontecimientos de su tiempo. Y si ya en ‘Cachitos de Hierro y Cromo’ creíamos que lo habíamos visto todo, la exhumación de imágenes realizada por el equipo del programa no deja de sorprendernos. Junto a estas grabaciones de archivo, se insertan entrevistas actuales a los compositores, intérpretes o artistas de otras disciplinas.

El director de la serie, Antonio Moreno, la ha dividido en nueve capítulos iniciales de casi una hora cada uno. Cada episodio cuenta con una profundidad notable un aspecto diferente de esa década en tierra de nadie poco rescatada, entre el boom ye-yé y la movida madrileña. Unos programas muy recomendables para todo aquel al que le interese la historia de la música popular española.

23 de julio de 2014

Zombis, intolerancia versus integración

La segunda temporada de ‘In the Flesh’, la serie de la BBC sobre zombis –el fenómeno de moda– que acabo de terminar de ver, ha supuesto una mutación respecto al planteamiento inicial, agotado a todas luces. Una vez que los afectados por el Síndrome del Parcialmente Muerto parecían integrados, las posturas entre vivos y semidifuntos se radicalizan. Por un lado, un grupo revolucionario busca un Segundo Amanecer (otro levantamiento zombi, esta vez para aniquilar la raza humana viva) y se valen de drogas para volver a su estado salvaje y violento. Y por otro los votantes de Victus, un nuevo partido político emergente que defiende que los parcialmente muertos sean aislados o aniquilados.

Lo verdaderamente interesante de esta segunda temporada es que las situaciones son extrapolables a cualquier otra minoría, ya sea racial, social, sexual o de otro tipo y no deja de ser curioso que una serie de zombis tenga un tratamiento tan serio, dando lugar a momentos que nos llevan a la reflexión, como el hecho de que los no vivos se conviertan en la práctica en esclavos destinados a realizar trabajos gratuitos para la comunidad sine die con la excusa de recuperar la nacionalidad.

Al igual que en su primera parte, los seis episodios de esta entrega de ‘In the Flesh’ son de factura impecable. Los protagonistas, salvo alguna incorporación, como la inquietante representante de Victus en el pueblo, Maxine Martin, son los mismos –algunos ya entrañables como Amy–. Posiblemente, al menos para mi gusto, estos últimos episodios superan a los primeros, dándole un trasfondo que sobrepasa el mero mundo de los zombis para hacer un retrato preciso de cómo manipular a una pequeña comunidad en pos de unos intereses particulares y espurios.

23 de abril de 2014

‘Rocío’, la censura aún existe

La semana pasada tuve la ocasión de ver ‘Rocío’, un documental de 1980 sobre el fenómeno de la romería religiosa de El Rocío. No se trata de un trabajo cualquiera. Supuso el fin de la carrera de su director, Fernando Ruiz Vergara, y el secuestro judicial de la cinta por varios tribunales, entre ellos la Sala Segunda del Tribunal Supremo, quien dictó sentencia en 1985. Desde entonces, las contadas emisiones de ‘Rocío’ son de versiones censuradas, sin los 13 minutos que completaban los 80 originales. La copia que vi es la que hay colgada en YouTube y que se corresponde con la grabación emitida en La 2 hacia 1990. Hace no mucho tiempo, con motivo del estreno de un documental sobre ‘Rocío’ –‘El Caso Rocío’– se organizaron proyecciones de la película completa más allá de nuestras fronteras, en Portugal.

Pero ¿Qué contienen esos minutos prohibidos? Básicamente el testimonio de un almonteño (vecino de Almonte, la localidad onubense donde se halla la Virgen del Rocío) que culpaba Jose María Reales Carrasco, alcalde de Almonte antes de la II República, de la represión brutal y de los asesinatos que tuvieron lugar en el entorno de El Rocío en los albores de la guerra civil. Muchos de ellos aparecen en el documento con fotografía, nombre, apellidos y el mote por el que se conocía. En total fueron 100. Los hedereros de Reales Carrasco interpusieron una denuncia por injurias y por ultraje y escarnio a la religión católica. Las sentencias se fueron sucediendo entre 1981 y 1984, prohibiéndose progresivamente en las provincias andaluzas primero y el todo el territorio español después.

Ruiz Vergara tocó en ‘Rocío’ dos de los temas que en la época de la transición y aún hoy son intocables: Religión y política. Y pagó por ello un alto precio. Se explica, por ejemplo, cómo la religión sirvió durante siglos para controlar a la población y mantener los privilegios de los poderosos a costa de la ignorancia del pueblo llano. Una estrategia organizada por la Iglesia escondiendo figuras de madera en los lugares más «rebeldes» para que después los campesinos las encontraran. Al margen de todo esto, la película cuenta con una calidad plástica innegable, retratando muchas de sus secuencias sin palabras, solo con los gritos de los romeros y los llantos de los niños pequeños, hasta componer un retrato de la irracionalidad humana convenientemente dirigida y fomentada por los estamentos políticos y religiosos.

Ojalá podamos verla algún día completa. Eso será síntoma de vivir en un país que verdaderamente ha dejado atrás los fantasmas del pasado que aún en 2014 no se han superado.

24 de febrero de 2014

‘Operación Palace’, la imaginación televisiva al poder

Al igual que mucha otra gente, ayer por la noche estaba expectante frente al televisor para ver el reportaje que Jordi Évole, al margen de ‘Salvados’, había ideado sobre el golpe de estado del 23F. Prometía ofrecer novedades que harían tambalear la historia oficial. Y efectivamente, así fue. Évole hizo tambalear la historia de la televisión en España y de las redes sociales, especialmente Twitter. Porque lo que realmente se ofreció fue un magistral falso documental acerca del supuesto montaje que supuso la entrada de Antonio Tejero en el Congreso de los Diputados aquella tarde de 1981. Según esta ficción, todo fue urdido por las fuerzas políticas e institucionales para reforzar la figura deteriorada del Rey y, en general, de la joven democracia española.

Nada más comenzar la emisión comencé a sospechar. Y no lo digo por decir, hay testigos de ello. Fundamentalmente fueron tres las cosas que me «chirriaron»:

La primera, el hecho de que todo el asunto se destapara a partir de la desclasificación de unos documentos de la CIA norteamericana, donde se explica toda la operación. Un evento de tal calibre que, en el momento en que se hubiera producido, habría sido un bombazo informativo que llevaría a la primera plana de todos los medios informativos nacionales e incluso internacionales. Evidentemente esto no fue así.

La segunda. ¿A quién se le ocurriría contratar a un director de cine para plantear una operación que es, en todo caso, misión de los servicios de información y del ejército? No es lo mismo contratar a Stanley Kubrick para filmar el falso alunizaje del Apollo 11 –entiendo que es un guiño al documental ficticio ‘El Lado Oscuro de la Luna’, que ya vi y comenté por aquí hace años– que a José Luis Garci para una operación política de esa envergadura y trascendencia.

Y tercero. Todos los políticos entrevistados que aparecen en ‘Operación Palace’ están retirados de sus cargos y siempre estuvieron en un segundo nivel. Quizás Felipe González o Alfonso Guerra le habrían dado otro lustre a la historia. Por cierto, dos de los entrevistados son personajes ficticios y ambos representan a servicios de información. El de la CIA y el del CESID. Este último –Antonio Miguel Albajara– toma el nombre del que tiene Antonio Ferrandis en ‘Volver a Empezar’.

Por todo esto, exactamente 14 minutos después de comenzar, tenía claro que lo que estaba viendo era un magnífico montaje de Jordi Évole, una travesura televisiva inofensiva –al fin y al cabo aquel suceso no supuso ninguna tragedia personal– pero que parece que ha enfadado a muchos y ha removido de manera inédita los mentideros en internet. Muy probablemente el efecto ha sido el buscado y el debate sobre televisión y veracidad se ha abierto, lo que me parece sano e interesante. Bien por Jordi Évole.



rmbit está bajo una licencia de Creative Commons.
Plantilla de diseño propio en constante evolución.
Página servida en 0,134 segundos.
Gestionado con WordPress