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La bitácora personal de Ricardo Martín
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12 de enero de 2007

Retrotecnología: El laserdisc

Fotografía de un laserdisc

Ya casi no nos acordamos, pero el DVD tuvo un antecesor hace años. Se trata del laserdisc, un invento pensado para convertirse en el nuevo estándar para la industria, pero que no consiguió hacerse con un hueco en el mercado, copado hasta el momento por el VHS. Sin embargo hasta que no surgió el DVD, se podían alquilar películas en laserdisc en casi cualquier videoclub.

La historia de este formato fue larga, tortuosa y muy desconocida. Sus orígenes se remontan a finales de los años cincuenta y hay que atribuírselo a David Paul Gregg, un ingeniero de la Gauss Electrophysics, quien lo bautizó como videodisco. Este formato nunca llegó a comercializarse, pero sirvió de punto de partida para otros desarrollos más perfeccionados. En 1969, la compañía Philips, presento una nueva evolución del videodisco. El proyecto fue abandonado por Philips, pero no por la MCA, que años antes había comprado la pequeña compañía donde trabajaba Gregg. En 1978, MCA lanzó comercialmente el invento con el nombre de DiscoVision, sin gran repercusión. Pioneer lanzó también su propio videodisco bajo el nombre de Laser Videodisc aquel mismo año. Hasta 1981 no se utilizó el nombre de Laserdisc para designar a estos nuevo discos ópticos de video. Vivió su mayor apogeo durante los años ochenta y principios de los noventa, justo antes de la irrupción de los nuevos formatos digitales. En 2000 se publicaron los últimos títulos en laserdisc.

Los discos laserdisc contienen información grabada analógicamente mediante microsurcos, similar a los discos de vinilo, pero sobre material reflectante, de forma que pudieran leerse con un cabezal láser. Su diámetro es de 30 centímetros, muy parecido a los discos tradicionales. Cuentan con dos caras. En el mejor de los casos podía almacenarse una hora de vídeo analógico por cada cara. Por supuesto la calidad de la imagen era muy superior al VHS (su resolución era casi el doble) y el sonido no tenía comparación, pudiendo almacenarlo en Dolby Digital. Para la época fue un gran avance, pero los precios prohibitivos de los reproductores y de los discos, unido su tamaño y a la imposibilidad de grabarlos en aparatos domésticos hizo que el sistema no tuviera (al menos en Europa y América) la aceptación que hubiera merecido.

El laserdisc quedó eclipsado por la aparición, a principios de los noventa, de los VideoCD y definitivamente sepultado por el DVD a finales de esa misma década. Hoy no es más que una curiosidad, un cadáver más de los que el vertiginoso ritmo de la tecnología va dejando por el camino.



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