La inocencia sombría de Prin’ La Lá
No ocurre muy a menudo, pero pasa. Cada diez o veinte discos mediocres que escucho llega uno que sobresale de los demás. Es entonces cuando comienzo a prestarle más atención y a interesarme por obtener más información. Algo así me ha pasado con Prin’ La Lá, una banda de tres chicas cordobesas apadrinadas por su primo Fernando Vacas (alma de Flow). En realidad él es el «cerebro en la sombra» y artífice de esta estupenda aberración musical.
Isabel, Macarena y Blanquita apenas suman cuarenta años entre las tres, pero han publicado posiblemente uno de los discos nacionales del año. ¿Por qué? Por unas letras ingeniosas y diferentes y unas melodías endiabladas y pegadizas a medio camino entre el folk, el pop más pop y la música clásica. Toques angelicales para un disco con dobles intenciones, que, como los cuentos de hadas, mantiene una pincelada de crueldad y sordidez soterrada. El nombre con que Fernando las bautizó hace referencia al perro imaginario del delirante mundo de los hermanos Leopoldo María y Michi Panero. Nada es casual.
También me enteré de que hace unos días, el suplemento de tendencias EP3 de El País las sacó en portada y les dedicó un extenso reportaje que acabo de leer y que creo que no les hace justicia por buscar la anécdota y la lectura fácil más que interesarse realmente por la música.
Aunque todo el disco es más que notable, desde mi punto de vista hay varias cumbres. ‘Naves que dan vueltas a un balón’, con su melodía casi espectral, ‘En los pantanos de la memoria’, ‘Verano fatal’ (el contrapunto extrovertido y alegre) y ‘Con sentido y sin sentido’.