6EQUJ5… Wow!
El pasado día 15 de agosto se cumplieron treinta años del que posiblemente es uno de los hechos más extraños de la búsqueda de vida inteligente fuera de nuestro mundo. Por supuesto estoy hablando de la célebre «señal Wow!«. No se sabe nada de la procedencia de aquel sonido que es, hasta el día de hoy, el más «coherente» y largo recibido en la historia. Hasta aquel día (y también posteriormente) las señales recibidas por el radiotelescopio Big Ear no eran más que pulsos abstractos formados por ráfagas cuya intensidad era siempre baja o muy baja. Para hacernos una idea, las señales más largas que rodeaban a la «Wow!» (cuya secuencia es «6EQUJ5») eran «111» «111» «3111» («1» es la intensidad más baja y «Z» la más alta). Pero según los expertos, a pesar de lo espectacular de esta manifestación, la señal podría haber sido emitida por un satélite artificial terrestre o cualquier otra fuente desde la tierra. Desgraciadamente nunca lo sabremos y «Wow!» seguirá siendo un eterno misterio.
La idea de la búsqueda de vida inteligente mediante la recepción de señales de radio me parece poco menos que imposible por muchos factores. El primero y más evidente es la enormidad del universo. Las gigantescas distancias impedirían en caso de encontrar vida inteligente un «diálogo» fluido sin perder entre emisión y recepción miles de años. En segundo lugar, nada sabemos de las supuestas civilizaciones alienígenas que buscamos. Suponer que ellos emiten ondas de radio y que esas ondas transcurren dentro de la banda del hidrógeno neutro es mucho suponer.
Nos podemos hacer una idea de la magnitud de este misterio que incluso los más escépticos no lo dudan en calificar como enigma científico. Máxime cuando desde entonces nunca jamás se ha vuelto a recibir nada similar. Es cierto que se han captado algunas señales de menor duración y menor intensidad que no han tenido una explicación convincente, pero como la «señal Wow!«, ninguna.