‘La Soledad’: Naúfragos de la vida cotidiana
‘La Soledad’ ya estaba en mi lista de películas por ver antes incluso de que fuera nominada a los Goya. Como sabéis, ha sido la sorpresa de este año al conseguir el galardón a la mejor película, al mejor director (Luis Rosales) y el mejor actor revelación (José Luis Torrijos). No sé si estos premios han sido merecidos porque no he visto las demás nominadas. Lo que sí puedo decir es que es una obra extraña, de apariencia simple, pero que encierra un retrato complejo casi nunca tratado así en nuestro cine.
Bajo los gestos más elementales y cotidianos de nuestras vidas se esconden nuestros deseos y nuestros planes. Los puntos de inflexión de ‘La Soledad’ son acontecimientos terribles que marcarán el devenir de los personajes protagonistas, pero que Rosales los muestra sin apasionamiento, sin música ambiental. El sufrimiento va casi siempre por dentro y la vida nos da y nos quita a su antojo, sin que exista la posibilidad de encontrar una explicación. Todo ocurre porque sí.
Los personajes protagonistas de ‘La Soledad’ son mujeres en momentos conflictivos de su vida y siempre ante disyuntivas, ante dilemas. Las dos ramas principales de la historia parten de Adela y de Antonia. Adela es una mujer joven divorciada y con un hijo pequeño que vive en un pueblo del norte. Decide marcharse a Madrid en busca de trabajo y quizás de algo más. Antonia es ya mayor y regenta un comercio de alimentación. Sus desvelos provienen de sus tres hijas. A partir de aquí sus vidas se entrecruzarán.
Luis Rosales no solo dirige, sino que también experimenta con la historia. En las formas, la película tiene un peculiar (y a mi juicio prescindible) formato de pantalla partida, donde podemos ver la acción simultánea en dos lugares de la escena. Juega también con los silencios, a veces enormes, con los vacíos, con los personajes fuera de plano o con los sonidos, pero siempre dentro de una radical normalidad. La muerte, el dolor, la angustia nunca fueron filmados con tanta normalidad y quietud. Tal vez sea eso lo más inquietante.