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La bitácora personal de Ricardo Martín
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18 de julio de 2008

Hacia una Administración Pública moderna (III): La motivación de los empleados

Motivación. Una de las palabras claves, importantísima y poco valorada en la Administración Pública. En los países anglosajones, donde la cultura del trabajo en el sentido amplio de la palabra se toma muy en serio, saben que un empleado motivado vale por dos. Pero las tareas para motivar a un empleado que carece de la amenaza coercitiva del despido se presenta complicada. Suena duro, pero es así.

Y es aquí donde entran en juego los directivos y donde se comprueba la diferencia entre un buen directivo, capaz de gestionar eficazmente un grupo de trabajadores y un directivo «pasota» (de los que hay muchos) que sólo piensa en llevarse los complementos económicos de su cargo. Entre las funciones de un buen directivo está la de saber motivar a sus empleados. En mi opinión, estas son algunas de las medidas y aspectos que pueden servir para mejorar la motivación del empleado:

  • Establecer objetivos. En una Administración Pública, donde se sirve y no se produce, es difícil fijar unos objetivos cuantitativos. Estas metas, o más bien hitos, han de ser cualitativos. Esto supone una medición subjetiva que que queda al arbitrio del directivo. Un objetivo interesante sería la implantación de un sistema de gestión y control de la calidad, con feedback de los usuarios finales que reciben los servicios y todos aquellos que participan en el procedimiento. Pero de eso hablaré en el siguiente post.
  • Reuniones para «tomar el pulso» a los empleados e intercambiar ideas. La comunicación siempre es buena, y la plantilla necesita ser escuchada. El empleado siempre cuenta y sus sugerencias para mejorar el trabajo también. Nadie ha de ser ignorado ni sentirse como tal.
  • Incentivos económicos. En contra de lo que pueda parecer, los incentivos económicos no son la mejor manera de motivar al empleado. Sobre todo si se trata de sumas recibidas con periodicidad. Al final son tomados como un derecho adquirido y puede haber problemas cuando se dejan de percibir. Deben reservarse (cuando sea posible) para casos especiales.
  • Organizar eventos que favorezcan el trabajo en grupo. Y no sólo me refiero a las «cenas de empresa», sino quizás a actividades deportivas, formación de asociaciones culturales o de otro tipo, siempre que faciliten una cultura de trabajo colaborativo.
  • Y por qué no, el orgullo del trabajo bien hecho. Sin más. A veces es el mejor de los premios y el principal incentivo para seguir superándose. Porque siempre, en todos los aspectos de la vida, todo se puede mejorar.

Posiblemente, este punto clave para la mejora de la Administración sea el más complicado de todos. Aunque en esencia la idea es sencilla, su puesta en práctica es muy compleja y requiere tiempo, experiencia y tener tacto con la plantilla.



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