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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
20 de julio de 2008

‘Juntos’, el fin del idealismo

‘Juntos’ (2000) es el segundo largometraje del realizador sueco Lukas Moodysson. Si ya vimos hace un tiempo el impresionante drama ‘Lilja 4-Ever’, ahora he tenido la oportunidad de ver su otra faceta: la comedia. Porque ‘Juntos’ es una comedia, con toques amargos, pero una comedia. Al verla no he podido evitar recordar ‘Yo soy Curiosa’ (1967) de Vilgot Sjöman, de la que ‘Juntos’ podría ser su «nieta» cinematográfica. En el fondo se tratan los mismos temas: la búsqueda de un modo de vida alternativo, la huida de la mediocridad o la dificultad de las relaciones humanas.

La película comienza con la noticia de la muerte de Franco, que es recibida con alborozo entre los miembros de una comuna libertaria de Estocolmo. El teóricamente ideal modo de vida de los jóvenes que la habitan comienza a resquebrajarse cuando reciben a tres nuevos habitantes, familiares de uno de los miembros. Pronto saldrán a flote las rencillas y contradicciones de un sistema que dista mucho de ser perfecto.

En ‘Juntos’, Moddysson refleja el declive del idealismo hippy ocurrido a mediados de los setenta. Es sintomático que la película comience con la noticia de la muerte de Franco. Con ella se inicia el fin de una etapa política. La izquierda, incluso el comunismo se democratiza hasta integrarse en el sistema. España, el último reducto de resistencia clandestina, de izquierdas y revolucionaria se disuelve. Pero ‘Juntos’ es por encima de todo un canto a la tolerancia, al respeto al diferente y a la confianza en el ser humano.

Aunque formalmente algunos han querido ver similitudes con el movimiento Dogma, yo más bien lo veo como un homenaje, un guiño a la estética cinematográfica de los setenta con cierta pose retro. A crear este clima setentero ayudan los zooms, que harían palidecer a Valerio Lazarov, la cuidadísima ambientación y, por supuesto, la banda sonora, con muchos éxitos suecos de la época incluyendo Abba.

Al final Moodysson consigue de nuevo engancharme y encantarme con una película espontánea, directa, entrañable y muy entretenida. Vamos que es modélica en todos los sentidos y que recomiendo a todo el mundo.



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