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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
22 de agosto de 2008

Sesión cuádruple: ‘Buenos Días, Noche’, ‘La Bici de Ghislain Lambert’, ‘El Bar de Walter’ y ‘Baran’

Cuatro películas, cuatro mundos diferentes, cuatro visiones del mundo y cuatro formas de tratarlo. Comedia, drama social, cine cotidiano… un poco de todo.

‘Buenos Días, Noche’ es una producción italiana dirigida en 2003 por Marco Bellochio. Hasta la fecha, lo único que había visto de este realizador era ‘La Balia’ (1998). Fiel a su estilo austero e inquisitivo, Bellochio nos ofrece una historia conocida que está en la memoria colectiva de todos los italianos. Me refiero al secuestro y posterior asesinato en 1978 del presidente de Italia, el democristiano Aldo Moro, a cargo del grupo terrorista de Las Brigadas Rojas.

El tono de la película es riguroso, tenso, paranoico. Gran parte del metraje transcurre dentro del piso franco donde Moro está secuestrado, lo que aumenta la sensación de opresión y claustrofobia. Curiosamente, el contrapunto sereno a la paranoia y la irracionalidad de los secuestradores está en el propio retenido, quien formula en sus conversaciones con los captores algunas preguntas que consiguen remover conciencias tanto entre los brigadistas como entre los espectadores. Es el contraste que pone en evidencia el absurdo del uso de la violencia para la defensa de un ideal. Prácticamente, el único contacto con el exterior y las acciones de las Brigadas Rojas, son las noticias de la televisión. El director utiliza magistralmente las emisiones de la época, con las cortinillas y cabeceras originales.

Pero Bellochio también hace ciertas concesiones para la ironía (la escena de la sesión de espiritismo, por ejemplo) y la fantasía (encarnada principalmente por los sueños lúcidos de Chiara, interpretada por la guapa Maya Sansa). También, uno de los puntos que me ha llamado la atención es la banda sonora. En ella se pasa de la música clásica de compositores italiano, al pop de la época, y especialmente al ‘Shine on you crazy diamond’ de Pink Floyd, que aparece en varios momentos clave de la película y que realza esos pasajes. De lo mejorcito que he visto este año.

‘La Bici de Ghislain Lambert es una producción franco-belga de 2000 dirigida por Phillippe Harel y trata desde la comedia el duro mundo del ciclismo profesional en la Bélgica de los años setenta. Acostumbrados a los dramas de los hermanos Dardenne, ver una comedia belga nos hace cambiar un poco el chip sobre el cine de aquel país.

Ghislain Lambert es un aficionado al ciclismo que quiere ser profesional. Para ello tendrá que luchar mucho y renunciar a muchas cosas. Poco a poco echará mano a las trampas para poder prosperar en el deporte. Drogas, alcohol, cualquier cosa servirá a Ghislain para no perder de vista la meta. Pero a pesar de todo, está claro que es un perdedor y que nunca llegará a ser nadie.

‘La Bici de Ghislain Lambert‘ tiene todas las virtudes y todos los defectos de la típica comedia francesa (en este caso francófona): histrionismo, chistes burdos, personajes cutres, a lo que hay que sumar en este caso la estética setentera… Una película entretenida para pasar un rato agradable.

‘El Bar de Walter ha sido una sorpresa. Con una duración de menos de una hora, esta producción alemana de 1998 dirigida por Romuald Karmakar, puede considerar como un mediometraje, un formato cinematográfico al que no estamos muy acostumbrados. Esta película forma parte de la iniciativa ‘Historias del Milenio’, en la que directores de todo el planeta reflejan cómo reciben los habitantes de sus ciudades la llegada del nuevo siglo.

El bar de Walter está situado en Frankfurt, quizás en un barriada alejada del centro. El local, regentado por un emigrante turco, recibe personajes solitarios, de vidas conflictivas, que huyen de su realidad en la nochevieja de 1999. Se establecerán interesantes conversaciones sobre cualquier asunto, sus relaciones personales, las noticias cotidianas de la ciudad o la política alemana del momento. Todo ello con una realización muy ágil que impide que una historia que transcurre en un lugar tan cerrado sea aburrida. Todo un descubrimiento.

‘Baran’ es la cuarta película de esta sesión. Esta producción iraní fue dirigida en 2001 por Majid Majidi. El argumento trata una problemática para nosotros desconocida, pero que también nos es desgraciadamente familiar: la inmigración. En este caso los afganos que huyen de la persecución talibán para buscar una vida mejor en las ciudades limítrofes de Irán. Los protagonistas de ‘Baran’ son albañiles de un edificio en construcción. Acosados por los inspectores de trabajo, han de ingeniárselas para no ser descubiertos. Pero delante de todo este transfondo, ‘Baran’ cuenta una historia de amor, la de una chica afgana que ha de disfrazarse de chico para poder acudir a la obra. Pero pronto será descubierta por Lateef, un joven iraní que la protegerá y guardará su secreto.

Majidi huye de todo tremendismo a la hora de afrontar un tema duro y complicado. En la película se oyen hablar multitud de lenguas diferentes, que corresponden a las diferentes etnias que forman el puzzle de Asia central y que el realizador ha querido dejar plasmadas. Como quien encuentra una joya en el barro, incluso en las condiciones más terribles puede surgir el amor, encontrar una luz de esperanza en un mundo que se presenta apocalíptico y caótico en esa nueva torre de babel.



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