Alta definición de bolsillo
Parece mentira. Pero ahora se ve obsoleto aquel post que escribí en octubre de 2005, hace ya más de tres años y medio, que se dice pronto, donde comentaba el lanzamiento de la primera videocámara doméstica que grababa en alta definición, la Sony Handycam HC1E. Su resolución era de 1440×1080 (es decir, no estrictamente Full HD, que es 1920×1080) y costaba más de mil euros. Hace poco se presentó el primer teléfono móvil que graba y reproduce vídeo en alta definición 720p, el Samsung Omnia HD. Son los dos eventos que ocupan los dos extremos de la evolución de las videocámaras HD. Porque lo que está claro es que los móviles con grabación a 720p o a 1080p llegarán a lo largo de este año y del que viene y cada vez serán más baratos.
El coste de la tecnología de sensores CMOS para alta definición se está reduciendo a pasos de gigante, casi al mismo ritmo que el tamaño de los dispositivos. Antes de la miniaturización definitiva de los móviles hay un paso intermedio: las videocámaras de bolsillo, que ya comienzan a hacer furor entre todo tipo de gente. Los lanzamientos de Toshiba (con las Camileo p10 y s10), las PureDigital Flip Nano HD, las Sanyo Xacti HD700 y HD1000, las Kodak Zi6 y Zx1 o la Creative Vado HD son las pioneras, pero no serán las únicas. Su tamaño, aunque ya son del tamaño de un móvil, seguirá reduciéndose hasta niveles insospechados y aumentando sus prestaciones.
Las bazas de estas cámaras son tres y todas ellas son indiscutiblemente atractivas: su precio por debajo de los 150 o 200 euros (400 en el caso de los modelos más altos de la gama Xacti), su extrema facilidad y rapidez de uso y, por supuesto, su tamaño, que nos permite llevarlas a cualquier parte sin apenas darnos cuenta. La tecnología sigue avanzando, y lo que nos queda por ver.