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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
21 de octubre de 2014

Pequeñas cosas sobre Roma

Roma. Cuando uno piensa en Roma le vienen a la cabeza dos cosas: El Vaticano y su influencia y el Antiguo Imperio que se expandió por todo el mundo conocido durante once siglos. Y no iríamos mal desencaminados. En mi reciente visita he podido comprobarlo. Pero antes de comenzar con otros asuntos, empezaremos con esas pequeñas cosas que sorprenden al viajero que aterriza en la capital italiana:

  • Tráfico y caos. Al igual que con otros asuntos, parece que las normas del tráfico son simplemente orientativas. No se suelen respetar los pasos de peatones, y los semáforos según. También los que vamos a pie cruzamos por donde mejor nos viene, formándose a menudo una confusión tremenda entre pitidos, coches, motos, bicis, viandantes y sus improperios. A pesar de esto, es la única ciudad que conozco que cuenta con tres colores para indicar el paso de cebra. Al rojo y al verde habitual existe un ámbar que para unos será precaución y para otros temeridad. También es habitual ver vehículos aparcados en medio de un paso de peatones o encaramados en la acera (si la hubiera, que no en todas las calles del centro la hay). Es entonces cuando los que vamos a pie nos lanzamos al medio de la calle. De nuevo el caos.
  • Música y/o ruido ambiente. Es curioso comprobar cómo en todas partes hay una radio, una televisión o música puesta. Parece que a los romanos no les gusta el silencio. No es casualidad que sea la ciudad más ruidosa de Europa. Hasta en las escaleras mecánicas de las estaciones de metro podemos escuchar a volumen considerable la radio pública. En general la música, y en particular la italiana, está omnipresente.
  • El país de los mil canales. En cuestión de TDT Italia es la antítesis de España. Echando un vistazo a los canales que teníamos en el hotel, uno puede gastar las pilas del mando a distancia antes de visitar todo el dial. Eso sí, muchos son simplemente canales de televenta.
  • Una de las mejores cosas de Roma son sus fuentes. Y no me refiero a las ornamentales, sino a las que sirven agua fresca –incluso con el clima caluroso que tuvimos esos días– a los sedientos locales y visitantes. Y si no queremos agua, tenemos una amplia gama de bebidas, muchas de ellas prácticamente desconocidas para nosotros, como el chinotto (con base de zumo de naranja amarga) o el ubicuo zumo de naranja roja o sanguina, mucho más presente que el tradicional que se bebe en el resto del mundo. Eso sin contar las bebidas alcohólicas…
  • El laberinto de la pasta. Como todo, la pasta es un mundo. En Italia mucho más. Encontramos un universo de denominaciones que pueden hacer dudar al viajero no versado en el tema, sobre todo en un restaurante o en el supermercado: Linguini, tagliatelle, gnocchi, cameroni, ziti, bucatini, farfalle, rotini, agnolotti y un etcétera muy largo… Y los modos de elaboración: Los trefilados –-al bronce, al oro, al teflón–, las salsas… Pues eso, un mundo.
  • Roma, el imperio de los Smart. Estos pequeños vehículos fabricados por Mercedes-Benz están por todas partes. En general, los romanos suelen tener pequeños coches para moverse por las angostas calles del centro y poder aparcar en lugares imposibles. Le siguen otros utilitarios, generalmente de marcas italianas, como Fiat, Lancia o Alfa Romeo. En la actualidad, la policía –tanto la municipal como la estatal– cuenta con el modelo C-Zero de Citroën, un pequeño coche eléctrico para patrullar por zonas turísticas y peatonales.


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