De nuevo
Los nuevos atentados (o intento de atentados) de hoy en Londres demuestra lo inútil de las políticas de defensa y de protección y la vulnerabilidad de quien sabe que tiene el enemigo en casa. Que puede ser cualquiera. Un viajero discreto en el metro o en el autobús se puede convertir en el blanco de todas las sospechas, transformando la convivencia en pura desconfianza.
Hoy hubo suerte, los terroristas no consiguieron hacer explotar las mochilas, pero nadie nos puede decir que mañana o la semana que viene no vuelva a ocurrir, quién sabe si con peores consecuencias. Lo que está claro es que la vida debe continuar y los atentados no pueden hacer que modifiquemos nuestra cotidianeidad ni la de los políticos.