Hiroshima, 60 años después
El 6 de agosto de 1945, el bombardero B-29 norteamericano ‘Enola Gay’ soltó desde su panza a ‘Little boy’, la primera bomba atómica de uranio sobre población civil. Más de 120.000 personas inocentes murieron al instante. La ciudad japonesa de Hiroshima quedó arrasada. Sólo tres edificios quedaron en pie. Las consecuencias sobre los habitantes que sobrevivieron tardarán generaciones en desaparecer. Tres días después de Hiroshima, la despiadada potencia destructora norteamericana cayó sobre Nagasaki, provocando más de 70.000 víctimas. En las dos explosiones perecieron casi 64.000 veces más personas que en los atentados del 11-S.
¿Quién puede ser capaz de justificar semejante barbarie? Espero que nadie se atreva. Este es un claro ejemplo de cómo la población civil inocente es la carnaza de las guerras. La parte de una ‘gloriosa’ victoria de los aliados que sólo es comparable con el holocausto nazi. Por desgracia las matanzas no llegaron sólo del eje enemigo, pero sí supieron adornarlas mejor. Por algo fueron los ganadores. Y ya se sabe quién escribe la historia.