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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
24 de junio de 2006

Paseando por la nueva Santa Clara

Ayer viernes me di una vuelta por la recién remodelada calle de Santa Clara. Al fin se puede decir que las obras han finalizado. Aún quedaban algunos operarios en la plaza de Castilla y León limpiando los restos de cemento y arena. La calle en sí no puedo decir que haya quedado mal, aunque el pavimento es demasiado rugoso y, como ya dije otra vez, las manchas se quedan y no es fácil de limpiar. Ahora esperemos que las losetas no se rompan, como ocurrió en San Torcuato.

Otro tema más discutible son las plazas de Castilla y León y de Fernández Duro. La primera me parece un disparate y una aberración del urbanismo. El alcalde dice que es moderna, pero yo digo que, además de tener un diseño pasado de moda al menos dos décadas, es fea y no tiene ningún sentido. El acceso a la plaza es desconcertante porque el viandante con lo primero que se encuentra es con un armazón metálico coronado con un techo de madera. Este armazón se extiende a lo largo de todo el acceso a la plaza desde Santa Clara. Debajo se han instalado bancos para que el personal se siente a la sombra, aunque este sistema de colocar las maderas no sé cuánto sol quitará. El resto de la plaza se divide en dos. Por un lado el psicodélico parque para niños y del otro un rectángulo con «nada» en su interior y rodeado de más bancos. Por cierto, las losetas de ese «nada» no parecen muy firmes y dan la impresión de estar algo levantadas. No sé, serán cosas mías. Miro a izquierda y derecha, arriba y abajo y lo único verde que veo son las pocas hojas de los árboles enanos que han plantado en unos huecos también pequeños. Nada de césped, nada de fuentes, nada que no sea gris.

Camino un poco más adelante hasta la plaza de Fernández Duro. Esta ha quedado un poco mejor. El afán por el cemento no es tan palpable. Han dejado un recuadrito con césped y han conservado el árbol que da sombra al monumento dedicado a este insigne militar, historiador y escritor zamorano del siglo XIX. El resto de la plaza lo ocupan algunos bancos más para el personal. A partir de ahora casi podremos avanzar por la calle sentados y saltando de banco en banco. Va a ser muy cómodo.

Si seguimos un poco más llegamos a la plaza (o explanada repleta de bancos) de la Constitución, ya reformada hace tiempo al estilo que tanto le gusta a nuestro alcalde. En frente tenemos la iglesia de Santiago el Burgo, junto a la que se sentaban los jubilados. Esto también ha sido reformado. Los pequeños jardines que había en la parte baja se los han cargado. Con unas losetas se ha solucionado el problema. Han colocado algunos bancos muy amplios delante para los mayores y listo.

Ya no sigo andando porque lo que queda ya es conocido. Retrocedo sobre mis pasos reflexionando sobre lo visto. No hay concordancia en el mobiliario. Los mismos bancos que colocan en el casco antiguo sirven para las «supuestamente modernas» nuevas plazas, las papeleras de aluminio de dudoso gusto acompañan a las viejas. Las farolas (que merecen un capítulo aparte) son cada una de su padre y de su madre. Era un buen momento para hacer algo que quede bien y al final la han cagado bien cagada. Al final nos acostumbraremos. Con tanto espacio, estoy seguro de que los skaters estarán frotándose las manos.



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