Cuba sin Fidel
Esta mañana nos levantábamos con la noticia de que Fidel Castro había delegado en su hermano Raúl la dirección del gobierno cubano por problemas de salud. Según se cuenta desde medios oficiales de la isla, Castro sufría una hemorragia intestinal de la que no ha trascendido la causa. Poco más se ha dicho durante el día. Como ocurre siempre en estos casos las especulaciones se han disparado. Desde quienes le dan ya por muerto, como algunos políticos norteamericanos, a quienes piensan que es sólo una enfermedad pasajera.
Pero, ¿qué ocurrirá después de Castro? ¿Puede sobrevivir la dictadura cubana a su fundador? Mis sensaciones es que no podrá. Tarde o temprano, cuando Fidel desaparezca, todo el sistema tendrá que transformarse o se hundirá. Los dirigentes de la isla lo saben. Mantener una postura demasiado cerrada puede causarle graves consecuencias. El pueblo cubano que reside en la isla y los que huyeron al exilio son de sobra capaces de dirigir una transición quizás similar a la que se produjo en España con la muerte de Franco. Una transición desde dentro, que disimuladamente vaya disolviendo el régimen castrista hacia nuevas propuestas democráticas. Esa, al menos, es la solución que todos queremos.
El papel que debe desempeñar España en este proceso ha de ser capital, no sólo por la experiencia en trances similares, sino por el peso y la autoridad que nuestro país tiene entre el pueblo cubano. No en vano fue provincia española hasta hace poco más de un siglo. Me atrevo a pensar que esta influencia debe ser incluso mayor que la estadounidense, que ya mueve posiciones para ser el «padrino» de esa transición.
Pero no adelantemos acontecimientos. Es posible que la agonía de Castro se alargue meses, incluso años, como sucediera con Franco. Estaremos alerta ante las novedades.