Alejandro Finisterre
Si digo Alejandro Finisterre posiblemente nadie sepa de quién se trata. Yo hasta hace unos pocos días tampoco lo sabía, concretamente hasta el día de su muerte, el pasado 9 de febrero. Alejandro Finisterre (seudónimo de Alejandro Campos Ramírez), gallego de nacimiento, fue entre otras muchas cosas, el inventor oficial del futbolín, allá por los años treinta. Finisterre patentó su invento en Barcelona en 1937, en plena guerra civil. De hecho, su popularísimo invento sirvió inicialmente como entretenimiento para los soldados republicanos heridos en el frente de Cataluña.
Siempre militante de la izquierda, cuando Franco derribó los últimos restos de la II República, huyó a Francia. De allí a Ecuador, Guatemala y México, donde residió hasta la llegada de la democracia. Fue entonces cuando regresó a España para vivir primero en Aranda de Duero y finalmente en Zamora, donde falleció en su casa del barrio de Pinilla.
Además de inventar el futbolín, Finisterre fue poeta, e incluso fundó una editorial en México. A su retorno a España fue nombrado miembro de la Academia Gallega de la Lengua y posteriormente albacea del legado del poeta zamorano León Felipe y presidente de su fundación.
En definitiva, un hombre polifacético, de vida apasionante y que vivió sus últimos años olvidado en una casa de Zamora. Murió a los 87 años.