Las elecciones de la renovación
Aquí en Extremadura parece que la retirada de Juan Carlos Rodríguez Ibarra de la candidatura a la Junta ha dejado un poco huérfanos a sus fieles. Lógico. Ibarra no era un candidato al uso, era casi un caudillo eterno que ha ganado elección tras elección desde que las autonomías son autonomías. Su receta era muy sencilla: decir a la gente lo que quería oir siempre con tono algo brusco, facilón y previsible (una fachada de «autoridad» para que nadie le llame «blando») unido en general a una buena gestión.
Algo parecido pasa con otro de los más carpetovetónicos personajes del PSOE. José Bono abandonó en 2004 el gobierno de Castilla-La Mancha para ser ministro de defensa del primer ejecutivo de Zapatero. El compañero de partido, latitudes y visión de la vida de Ibarra también gustaba de hacer declaraciones «ingeniosas». Podemos atribuirle el mérito (igual que Ibarra) de ganar simpatías entre sus adversarios políticos más conservadores.
El nuevo Partido Socialista de Zapatero ha sabido renovar sus candidatos autonómicos más rancios y olvidarse de la «política de pandereta» sin (según las encuestas) demasiado coste electoral. ¿Será el efecto estela o realmente los ciudadanos de las zonas más pobres de España han madurado y ya no necesitan caudillos?