PNV, PP y las estrategias electorales
Cada vez con menos revuelo y menos aspavientos, la reaparición del llamado «Plan Ibarretxe» no ha sido más que una noticia más, de esas que hay que dejar pasar y no azuzar. Hoy el Lehendakari se ha reunido con Zapatero en un buen gesto, de esos que nunca han de faltar. Pero ambos saben lo que va a ocurrir y lo tienen muy claro.
Ibarretxe está ya en campaña electoral, primero para que el PNV logre aumentar su presencia en Madrid en marzo de 2008 y después, no lo olvidemos, para los comicios vascos de la primavera del 2009. La estrategia de los peneuvistas es tensar la cuerda, crear una falsa tensión con el Gobierno central para convertirse en el partido «panvasquista» por excelencia y canalizar los votos de los más radicales, para entonces quizás ilegalizados (ANV y PCTV sobre todo).
De esta forma se juega un doble partido, las dos caras de los nacionalistas. Por una parte los moderados (los llamados pactistas) y por otro los soberanistas. Ambos son conscientes de que la consulta popular no llegará nunca a celebrarse. Posiblemente se cargue desde las filas del PNV contra el Gobierno central, argumentando que se ha impedido que los vascos se expresen y etcétera etcétera… Puro electoralismo al fin y al cabo.
El problema comienza cuando desde el Partido Popular se utiliza este asunto como arma de ataque al Ejecutivo y a su presunta «debilidad». Un argumento que, por cierto, no se utilizó contra ellos cuando el 8 de julio de 2002, con el PP en el Gobierno, el Ejecutivo de Vitoria (PNV-EA–EB) con la abstención de la todavía legal Batasuna, acordó poner en marcha un proceso para alcanzar la soberanía en Euskadi. Nadie dijo entonces que España se rompía y que Aznar, con su debilidad, era el responsable del radicalismo de los nacionalistas. No se dijo ni una sola palabra en ese sentido.