Negacionismo y ecologismo
El llamado cambio climático sigue siendo un tema polémico. En los años setenta, los primeros científicos y ecologistas advertían de que algo estaba ocurriendo con el clima de la tierra. Después vino la capa de ozono y ahora las alteraciones en la temperatura. El tema es complejísimo, ya que concurren en él tantos factores que es imposible controlarlos todos ni saber el peso que cada uno de ellos tienen sobre el total. Sólo con la perspectiva de las décadas y de contrastar miles de datos a nivel planetario pueden sacarse conclusiones. Lo que es una verdad ya incontrovertible es que algo está pasando desde hace unos 100 o 150 años y parece ser que la mano del hombre está detrás.
Muchos estamos ya convencidos de ello, pero otros (de todas las tendencias políticas) no lo creen. Pero sus argumentos me parecen débiles ante la avalancha de hechos y estadísticas que, globalmente, muestran la evidencia. El otro día Rajoy cometió un error garrafal y supongo que estará arrepintiéndose de haber pronunciado esas palabras restando importancia al cambio climático. La sociedad española está comenzando a tener sensibilidad ecológica. Ya era hora.
Por contra, cada día producimos más residuos, se urbaniza más terreno, se construyen más autopistas. Paradójicamente durante los últimos años, y en especial los últimos meses, estamos asistiendo a la «moda ecológica». Si un producto lleva la etiqueta de lo «ecológico», vende. Hay hasta coches ecológicos, cuando un coche nunca puede ser ecológico mientras consuma combustibles fósiles.
Siguiendo con el tema, me ha llamado mucho la atención que el gobierno francés de Nicolás Sarkozy haya puesto en marcha el «pacto ecológico» por el que se pretende tomar en serio el cuidado del medio ambiente y liderar el ecologismo gubernamental en el mundo. Entre otras medidas sorprendentes se anunció que no se construirán más carreteras y se fomentará el transporte colectivo, en especial el ferroviario. Que tome nota su correligionario Rajoy.