Publicidad en Zamora a comienzos del siglo XX (III): Salud
La salud es un tema muy importante, de eso no hay duda. Pero aún lo era mucho más en la Zamora rural de comienzos del pasado siglo. El hambre, la pobreza, la insalubridad y las ideas erróneas y los prejuicios morales hacían que la esperanza de vida de aquellos zamoranos fuera muy corta. Quizás buscando la salud de hierro ansiada, la publicidad de la época estaba repleta de anuncios sobre ungüentos milagrosos, pastillas y otros métodos de dudosa base científica.
Vistos con los ojos del siglo XXI, mucha de esta publicidad nos parece ridícula, pero sin duda en su época debió ser muy efectiva y sobre todo muy rentable. De entre los muchísimos anuncios entre 1896 y 1920 he seleccionado algunos que son bastante representativos:
«Tonicina Granulada Espinar» (1900). Se vendía como «el más poderoso tónico, nutritivo y reconstituyente conocido» y se aseguraba que «cura la anemia, clorosis, palidez, falta de nutrición, digestiones difíciles, etc». Junto a este anuncio otros tres no menos curiosos: las socorridas pastillas para las afecciones del estómago, los consejos que un tal Doctor Tosmae relata en un libro llamado ‘Higiene de la Belleza’ y que contiene recetas para (literalmente) el «aumento de pechos, hombros, caderas, etc, blanquear el cutis, quitar las arrugas» y también «corregir la deformidad». Por último las «Perlas Koch curan los males nerviosos por crónicos y rebeldes que sean».
«Confites Antivenéreos» (1903). «Cura radicalmente la purgación reciente y crónica, gota militar, próstatas, úlceras, flujo blanco de las mujeres, arenillas, catarro de la vejiga, escozores uretrales, cálculos, retención de orina y en 20 o 30 días los extreñimientos uretrales (estrechez), aunque sean crónicos de más de 20 años, y evitar las peligrosísimas sondas».
«Carne Líquida» (1903). «Eficacísimo y sin rival para combatir la inapetencia, debilidad, anemia, consunción, tisis, diabetes, escrófulas, etc».
«Pastillas Preservol» (1910). «Mil veces remunera en salud su coste».
«Depurativo Richelet» (1915). «Purificad Regenerad Fortificad vuestra sangre» espetaba este anuncio, añadiendo que debería tomarse «dos o tres veces por año».