La ciencia y la verdad
No quiero meterme en un asunto del que no pueda salir, pero el otro día una tertulia radiofónica me hizo reflexionar sobre cuales son los límites de la ciencia y si es la herramienta adecuada para entender las reglas del mundo que nos rodea. Cuando digo mundo digo la física del universo y digo la física de las partículas subatómicas. La sensación generalizada es que la ciencia tiene o tendrá respuestas para explicar cualquier evento que tenga lugar en el mundo que conocemos, sea cual sea su escala. La pregunta clave quizás sea si mediante las reglas del método científico puede averiguarse todo o si hay unos límites más allá de los cuales nuestra capacidad de razonamiento se queda corta.
La ciencia está repleta de teorías imposibles de demostrar que a menudo sirven de «muleta matemática» para sustentar en ella un vacío que no conocemos. Conceptos como «infinito», tan común, en realidad es algo inexplicable. ¿Todo lo que consideramos infinito es realmente infinito o es un parche para salir del paso? ¿Es el universo infinito? ¿Alguna vez conoceremos cuál es la partícula más pequeña o este proceso de subdivisión es infinita?
No digo que no haya que confiar en la ciencia. Si hemos llegado hasta donde estamos ahora es gracias a la ciencia. Pero me pregunto si esta misma ciencia sirve para conocer cómo es de verdad el lugar donde vivimos o si llegaremos a un límite impenetrable más allá del cual no podemos obtener respuestas. De hecho, ni siquiera podemos demostrar cómo se formó nuestro planeta, nuestra luna o nuestro sistema solar. Sólo hay teorías, y casi con toda seguridad nunca llegaremos a saber la verdad.
En fin, espero no haber hecho demasiada filosofía barata.