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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
31 de enero de 2008

Adiós a ‘Aquí Hay Tomate’

Uno de los programas televisivos más nefastos e insufribles de la historia ha tocado fin. Sería motivo de alegría que semejante engendro dejara de emitirse, pero me temo que sus presentadores ascenderán en el escalafón de la telebasura con nuevos espacios. Porque, no nos engañemos, aunque quizás comienzan a remitir todos esos programas de carroñeo a los pseudofamosos, aún queda mucho camino por recorrer. En ese aspecto, Televisión Española se libró hace tiempo de este tipo de espacios, así que un punto a su favor. El reducto de la televisión basura está en Antena 3 y en Telecinco con programas no siempre sobre famosos. Ahí están los ejemplos de esos programas sobre testimonios que tanto parecen gustar a determinado tipo de público.

Es curioso comprobar cómo los gustos de los espectadores han cambiado con el tiempo. ¿O ha sido al revés? ¿Fueron las televisiones quienes primero arriesgaron con nuevos «formatos» y el público dio su beneplácito? En mi opinión, las cadenas son las que introducen las nuevas tendencias, generalmente adaptando productos de éxito que vienen de fuera. Muchos no funcionan, pero algunos consiguen acaparar la atención de la audiencia (o sea dinero). Cuando dejan de ser de interés, se tiran a la basura y se buscan otros. Sin más. Creatividad cero, imaginación cero, riesgo controlado… Es decir, la televisión del siglo XXI.

El el caso de ‘Aquí Hay Tomate’, el formato es original de Telecinco, aunque toma elementos de otros espacios sobre famosos o pseudofamosos añadiendo un humor de bajísimo nivel. Desgraciadamente es lo que triunfa, o más bien triunfaba. El formato ya está gastado. Es hora de tirarlo a la basura e inventarse otra cosa. Para echarse a temblar.

30 de enero de 2008

‘Zodiac’ (seguimos en tablas)

Con la única excepción de Woody Allen, en los últimos años me he ido alejando poco a poco del cine norteamericano, tanto del de Hollywood como del independiente. No creo que haya sido algo totalmente consciente, sino alimentado a base de decepciones, una tras otra. Pero desde unos meses estoy animándome a volver a ver películas estadounidenses nuevas que merecen la pena según la crítica o que más me han llamado la atención. Recuerdo en los últimos tiempos cintas como ‘Babel’ o ‘Hard Candy’. Estos dos ejemplos me decepcionaron de nuevo. Sobre todo la primera.

Ayer me puse a ver ‘Zodiac’, la última película de David Fincher, director de ‘El Club de la Lucha’ o ‘Seven’. Con estos discutibles precedentes, pero sin prejuicios, pasé las dos horas y media del metraje. El guión está basado en la historia real del Asesino del Zodiaco, un asesino en serie que mantuvo en vilo a la policía y a los periodistas de San Francisco y alrededores durante los últimos años sesenta. El caso no fue oficialmente resuelto, aunque investigaciones paralelas dieron con su identidad. Nunca fue reconocido como tal por la policía.

Como digo, la película dura dos horas y media. Un metraje excesivo para una trama repleta de nombres, situaciones, escenarios… Paradójicamente tiene muchos «momentos valle» que llegan a aburrir. Los personajes están impecablemente interpretados, pero quizás sean demasiado fríos y esquemáticos, cuando no repletos de tópicos (el poli atormentado, el periodista que tiene problemas familiares por obsesionarse con la investigación, etc). Lo peor de todo es que David Fincher intenta que los espectadores empaticen con ellos, en mi opinión sin conseguirlo.

A favor tiene lo que suelen tener todas las películas producidas con muchos millones de dólares. Una ambientación impecable en todos los sentidos (musicalmente destaco el tema ‘Hurdy Gurdy Man’ de Donovan con que comienza) y algunas buenas ideas (reflejar el paso de tiempo a través de la secuencia acelerada de la construcción de la Transamerica Pyramid).

Como conclusión puedo decir que ‘Zodiac’ no me ha decepcionado, pero tampoco me ha entusiasmado. Más bien me ha dejado indiferente, así que lo mío con el cine norteamericano sigue en tablas.

29 de enero de 2008

Los peligros del mundo moderno

Gracias a internet y a otros medios de comunicación, cada día tenemos más información sobre cualquier asunto. Son muchas opiniones, muchas ideas, muchas voces diferentes. Prácticamente cualquier tema es discutido, y todo se puede poner en tela de juicio. ¿A quién podemos creer? Hasta hace no mucho tiempo, la información nos venía por muy pocos canales, casi todos oficiales y coherentes entre sí. Hoy son miles. Especialmente los temas que más me inquietan son los referentes a la salud y a la incidencia que nuestro entorno tecnológico tiene en él. ¿Cómo sabemos que los medios oficiales no están contaminados por intereses económicos a la hora de proporcionar información sobre lo nocivo de determinadas prácticas o productos?

Esta reflexión me surgió el otro día echando un vistazo al blog de Miguel Jara, un activista, escritor y periodista independiente que ha publicado varios trabajos sobre la falta de escrúpulos de la industria farmaceútica, lo nocivo de la telefonía móvil o la toxicidad de los materiales que nos rodean. Su última publicación se llama ‘Conspiraciones Tóxicas’, que ha elaborado junto a Rafael Carrasco y Joaquín Vidal. No lo he leído, pero debe ser uno de esos libros que, después de leerlo, o uno se va a vivir al campo o está ya condenado.

No quiero decir que estas advertencias no sean ciertas, aunque tal vez sí un poco exageradas. Creo que, tal y como están las cosas, tendremos que convivir con ciertas sustancias y radiaciones tóxicas. Hasta que nuestra técnica no haya avanzado lo suficiente como para seguir progresando sin depender de ellas no hay nada que hacer. Pero también es cierto que necesitamos información clara y veraz sobre la incidencia que las nuevas tecnologías tienen en nuestros organismos. En cualquier caso, siempre es bueno que gente como Miguel Jara arroje luz sobre algo tan cotidiano.

28 de enero de 2008

Una medida equivocada

Ya ha comenzado la subasta electoral. Si la legislatura ha sido más que mediocre, olvidable, no lo va a ser menos la campaña hasta el 9M… Pensándolo bien cambiaría mediocre por cutre. A falta de ideas, bien vale un puñado de billetes para mover al personal. Porque las medidas que los dos principales partidos han prometido si ganan son más que peregrinas. PSOE y PP lo han conseguido teñir todo de populismo para adelantar al contrario en una carrera disparatada.

Jamás imaginé que un partido «serio» como el PSOE prometiera algo como devolver 400 euros a los contribuyentes. Sobre este asunto quisiera hacer dos reflexiones. Lo primero de todo, 400 euros no solucionan nada a casi nadie y a la vez suponen a las arcas públicas 5.000 millones de euros, una cifra que ya es para tener en cuenta. Como creo que ya he dicho en alguna ocasión, yo soy partidario de un Estado más fuerte y, por tanto, de subir los impuestos, bien a las rentas más altas o bien a los artículos de lujo para poder afrontar un aumento en la cuantía de las prestaciones para aquellos que de verdad las necesitan. Esta medida desde luego es indiscrimininada e igualitaria para todos cuando en temas económicos, no todos hemos de ser iguales ante el Estado.

En segundo lugar, la imagen que el partido socialista está dando con esta promesa cutre no es demasiado buena. No sé si esto denota una falta de iniciativas realmente brillantes o si de verdad se creen que esta lo es. Como el resto de la campaña electoral que nos queda por sufrir siga con esta altura de miras, creo que lo mejor será no leer la prensa, ni escuchar la radio ni ver la televisión…

27 de enero de 2008

¿¡El Imparcial!?

Hacía ya unos días que quería hablar sobre la última creación del acádemico de la lengua más rancio que han visto los siglos. Luis María Anson, tras dirigir ABC, La Razón y otros medios, se embarca en un nuevo proyecto mediático digital llamado El Imparcial. En realidad lo que hace es recuperar una vieja cabecera conservadora del siglo XIX que distaba mucho de hacer honor a su nombre. Ahora no va a ser menos. El Imparcial parece construido con los mismos mimbres que ya utilizara en su día en ABC y La Razón. Anson no pretende engañar a nadie, eso hay que reconocérselo, pero está en la antítesis de lo que debe ser un diario digital. No es un medio moderno para internet, tampoco sé si lo pretendía. Ha hecho en la web lo que hizo con los diarios que dirigió. Anson tiene una infinita capacidad para que todo lo que toque huela a naftalina, como si viviera en un armario cerrado durante años (valga el símil).

No pretendo entretenerme mucho, porque hacer un análisis de esta web es quizás demasiado obvio. Lo mejor es que cada uno saque sus propias conclusiones. Si hablamos de sus contenidos, os podéis imaginar por donde van los tiros: ZP vende España a no sé quién, que si gana negocia con Marruecos Ceuta y Melilla, titulares frívolos por doquier, política de señoritos de copa de coñac y puro, monarquía mal entendida y unos editoriales al más puro estilo de la ‘Canela Fina’ de tiempos gloriosos. No he podido resistirme a reproducir parte del último artículo, por llamarlo de alguna manera, que ataca directamente a los funcionarios:

[…] No es verdad que en España haya 1.927.600 parados. En 1976, la suma de funcionarios de las tres administraciones se elevaba a 600.000. El año pasado rozaba los 3.000.000. La clase política se ha inventado 2.400.000 puestos de trabajo que pagamos entre todos con impuestos casi confiscatorios. Total que el paro real, si no mediase el despilfarro funcionarial de las Administraciones, estaría en las 3.300.000 personas a las que hay que sumar al menos a la mitad del millón de inmigrantes que están en España sin papeles, atraídos por las legalizaciones masivas. […]

Después de esto, para qué decir más… ¡Ah! Vaya susto que me he llevado al entrar hoy en la web y ver la portada:

Portada del 27 de enero de 2008 de El Imparcial

26 de enero de 2008

El yeti marciano

La famosa imagen

Alguien por ahí debe tener mucho tiempo libre para rastrear todas las fotos que las sondas en Marte nos mandan a diario. Sobre todo cuando es capaz de ver en un mar de piedras una extraña figura pseudohumana. Resulta que en una de las últimas fotos recibidas de la Spirit hay quien ha visto una especie de yeti, que en vez de pasearse por el Himalaya o por los bosques norteamericanos, lo hace sobre la pedregosa superficie marciana. Esta figura pasa al museo de «cosas raras» vistas en Marte (recuerdo el famoso conejo marciano de hace unos años).

La imagen es de lo más curiosa, pero claro, me gustaría tener otras perspectivas. Desconozco si esta forma parte de una serie de más fotos. Lo más seguro es que no sea más que un excelente ejemplo de pareidolia, una casualidad, un juego de luces, sombras y formas. Aun así no deja de ser interesante ese aspecto antropomórfico, como de estatua, con un brazo adelantado, que nos recuerdan mucho a aquella famosa filmación que realizó Patterson del bigfoot en los años sesenta y que tanto ha dado que hablar.

25 de enero de 2008

La teoría del decrecimiento

Todavía no sabemos cómo será la economía en el futuro. La reciente desestabilización de los mercados bursátiles en todo el planeta no ha sido más que una señal más de que algo está sucediendo en el actual modelo capitalista. No parece que la cuestión vaya a quedarse en un problema bancario puntual. Muchas veces los árboles no nos dejan ver el bosque. El mundo no es el mismo que hace veinte o incluso diez años. Las nuevas potencias emergentes, sobre todo China e India, están provocando cambios estructurales que ya se empiezan a notar. Los ciudadanos chinos comienzan a tener poder adquisitivo, a motorizarse, a abandonar sus dietas tradicionales por un menú más occidentalizado y abundante. En definitiva, comienzan a consumir. La siguiente oleada provendrá de la India. Quizás después haya que comenzar por Brasil, otro coloso a tener en cuenta.

Cada vez son más aquellos teóricos que auguran un cambio progresivo en las filosofías económicas, imprescindibles para que todos podamos seguir viviendo. Una de estas teorías es la del decrecimiento económico. Más o menos viene a decir que no es posible que las economías mundiales sigan creciendo (no ya al ritmo que lo hacen actualmente, sino simplemente a crecer). En su lugar, y para que todos los ciudadanos del planeta puedan disfrutar de un nivel de vida aceptable, es necesario un decrecimiento. A primera vista puede parecer una locura, pero creo que no le falta razón. En cierto modo hay que retroceder, renunciar a ciertos lujos superficiales, consumir menos, tener menos comodidades o gastar menos energía. En su lugar, la satisfacción del consumo compulsivo actual habría que sustituirlo por otras satisfacciones.

Como puede verse, estas nuevas filosofías afectan no sólo a la forma de entender la economía, sino también a la política, a la sociología y a otras facetas de la vida humana. En los últimos tiempos también ha estado ligado al movimiento ecogista y a todos aquellos que luchan en serio contra el cambio climático. Entre otros muchos economistas, la teoría del decrecimiento fue defendida por el premio Nobel James Tobin, artífice también de la famosa «tasa Tobin«.



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