Secesionismo en un mundo globalizado
Bajo este titular aparentemente contradictorio se esconde una reflexión muy personal al hilo de la proclamación de la independencia mañana de Kosovo. La provincia serbia de mayoría albanesa se separa unilateralmente del que ha sido su país desde los tiempos de Yugoslavia. Kosovo nunca antes ha sido independiente ni ha formado un reino. Es buena prueba de que no hacen falta justificaciones historicistas para reivindicar la identidad propia de un territorio, sea cual sea. Países como Alemania, Estados Unidos, Francia o Reino Unido reconocerán de inmediato a Kosovo como un nuevo estado europeo.
Desde 1991 han surgido quince nuevos países en nuestro continente. La causa proviene de la caída de los regímenes comunistas, que han explotado en multitud de estados, ya sin la articulación de los patriarcas pro-soviéticos. Lo que cabe preguntarse es si la antigua unión de esos territorios era artificial o ha sido el verdadero poder del pueblo quien los han dividido. Supongo que el planteamiento será más complejo pero…¿por qué un nuevo estado en el siglo XXI, donde las costumbres, los idiomas y el estilo de vida es cada vez más homogéneo?
En mi opinión creo que ahí está la clave. Los pueblos buscan una identidad propia, ya sea inventada o recuperada del pasado más allá de los Estados conformados actualmente. Es humano asustarse por la uniformidad de los hábitos en occidente. El inglés se impone como idioma universal, vemos las mismas series de televisión, escuchamos la misma música, conducimos los mismos coches, manejamos los mismos ordenadores, tenemos los mismos valores… ¿Qué nos diferencia de nuestros vecinos? Sin duda cada vez menos cosas. La religión, que en otros siglos separaba la Europa protestante de la católica, de la ortodoxa o de la musulmana está en retroceso y en proceso de mezcla inexorable.
Es humano querer diferenciarse de los demás. Buscar unas señas de identidad por pequeñas que sean. La nueva motivación, el nuevo orgullo de un pueblo es poder reafirmarse ante los otros, encontrar el factor diferenciador al margen de los estados establecidos centenares de años atrás. Pero esos nuevos estados que sin duda seguirán surgiendo en el mundo occidental delegan parte de sus funciones en organismos superiores. Ahí tenemos la ONU, la OTAN, la Unión Europea y otros muchos. En un futuro, no sé si lejano, España será una de esas entidades supranacionales y quizás Bélgica, Reino Unido o Francia también lo sean. Será un proceso natural y progresivo.