El debate
Hoy no se habla de otra cosa. Por todas partes se oye «Zapatero» o «Rajoy» tal y cual. Yo tenía cierto interés en ver el primer debate electoral entre los dos candidatos a la Presidencia del Gobierno desde 1993, aunque la verdad es que más por la parafernalia que lo rodeaba que por el hecho en sí. Especiales informativos por doquier, metadebates, análisis pormenorizados de cada detalle y muchas palabras gastadas para llenar todas esas horas en los medios. Tal vez demasiada expectación. Y a las diez llegó la hora de la verdad. (Seré sincero: sólo vi los primeros veinte minutos antes de marcharme a hacer otras cosas. El resto del debate lo he visto en diferido esta tarde en Google Video.)
El «combate» estaba organizado en plan bocadillo. Al comienzo y al final dos pequeños mítines de cada uno de los candidatos mirando a cámara muy serios. Y en medio el meollo de la cuestión. No hace falta decir que ni Rajoy ni Zapatero son buenos oradores y a veces era penoso verlos discutir, pero tampoco ayudó la estructura del debate, demasiado fragmentaria en aras de una mayor agilidad. El resultado fue que me llevé una visión bastante mediocre de los dos candidatos.
Rajoy exhibiendo sus dotes para repetir una y otra vez todo lo que ha venido diciendo a lo largo de la legislatura y Zapatero un poco a la defensiva, aunque con más datos para ilustrar, pero que tampoco estuvo demasiado acertado. El líder del PSOE ganó por los tópicos y las malas formas de Rajoy. No fue mérito del presidente. Incluso en la última parte pareció que a Mariano se le acababan las pilas y quedó a merced de su contrincante. Estos últimos minutos son los que calaron en la opinión pública y que posteriormente quedaron reflejados en las encuestas que todas las cadenas se apresuraron a publicar y que daban como ganador a Zapatero.
El próximo lunes otra ración de duelo ante las cámaras…