Ética publicitaria
Publicidad engañosa, exceso de pausas publicitarias en televisión, reflejo de una imagen falsa de la sociedad, exaltación de valores superficiales, intromisión excesiva… La publicidad desgraciadamente forma parte de nuestras vidas, y también comete abusos. Entra en nuestras casas a través de la prensa, la radio y la televisión. También en internet en forma de esas molestas ventanas (la famosa publicidad intersticial) que aparecen cuando visitamos nuestra web favorita, en forma de banners más o menos llamativos, en forma de anuncios de texto. Hasta Google personaliza los anuncios según sea el contenido de un correo electrónico que consultamos. ¿Existe algún límite?
Aparte de esta intromisión cada vez mayor, está la búsqueda de la oportunidad, la búsqueda del momento óptimo en el que el anunciante pueda vendernos su producto. Todo esto viene a cuento de un artículo que ayer publicaba Soitu.es sobre un anuncio concreto que el diario El País llevaba en sus páginas de información internacional. Fue el pasado 8 de mayo cuando, en medio de dos noticias sobre las catástrofes de Birmania y China. En ambas se ofrecían las abultadas cifras de víctimas que todos conocemos junto a detalles bastante dramáticos. Y en página impar, ocupando tres cuartos aparecía la publicidad de un banco privado, Lombard Odier Darier Hentsch & Cie
No estoy del todo de acuerdo con el enfoque que se le da en la noticia de Soitu, calificándola como una «mala elección de publicidad». Lamentablemente tenemos ejemplos de «mala elección de publicidad» todos los días en todos los medios de comunicación. En televisión, algunas cadenas convierten las noticias más truculentas de sus informativos y programas análogos en ganchos para concitar la atención antes de una pausa publicitaria o directamente convierten sus informativos en puro espectáculo (la mayor parte de las veces macabro).
No puedo dejar de aprovechar la ocasión para repetir una vez más que este blog siempre estará libre de publicidad. Nunca la ha tenido y nunca la tendrá. Aunque ya no lo tenga puesto ¿cuando lo quité?, el compromiso del búho sigue presente.