Rematar la transición
Estoy siguiendo sólo por encima todo este lío del juez Garzón sobre la causa que ha abierto para investigar los crímenes perpetrados durante la guerra civil y los posteriores cuarenta años de franquismo. Ha pedido para ello la colaboración de varios ayuntamientos. Dicen que más vale tarde que nunca, y que más vale hacerlo mal que no hacerlo. Más o menos es eso lo que yo digo. Por una parte, todo esto llega muy tarde. Han pasado treinta y dos años desde que se murió Franco y sesenta y nueve desde el fin de la guerra. ¿No es hora ya de que se averigüe de una vez por todas cuántos, quiénes, cómo y dónde murieron los represaliados? ¿Por qué algunos siguen poniendo palos en las ruedas de los que intentan hacer esta tarea a todas luces justa?
Y por otra parte, más vale que sea un juez de la Audiencia Nacional, sea Garzón o sea cualquier otro, sea por protagonismo mediático o porque le da la gana, a que no sea nunca. La Ley de Memoria Histórica se aprobó hace ya ocho meses y así ha quedado. Hasta hoy. Precisamente hoy se ha presentado el reglamento que delimita y establece sus directrices de aplicación.
¿Son sensaciones mías o todo esto de la Memoria Histórica se está haciendo como de tapadillo, sin levantar mucho polvo, a trompicones? ¿Temen que «alguien» se enfade? ¿Por qué todavía hay calles y avenidas con nombres como Generalísimo (por cierto, un «título» de lo más ridículo), si cuando hace décadas debió aprobarse una ley que prohibiera estos nombres?
Estoy harto de que las cosas no se hagan bien de una vez por todas y se pongan las cosas en su sitio y se las llame por su nombre. Y en lo demás no voy a entrar. No voy a entrar en si este genocidio entra dentro del delito de crímenes contra la Humanidad, ni tampoco en si Garzón es competente para llevarlo a cabo. Eso lo dejaré para los juristas y expertos en el tema. Cuando todos estos asuntos que ocurrieron hace muchas décadas dejen de levantar ampollas, habremos cerrado de verdad la transición y las famosas heridas de las que habla Rajoy.