OVNIs del siglo XIX
Dentro de toda la parafernalia OVNI y similares, hay un caso que siempre me ha llamado especialmente la atención. Se trata de la oleada ¿OVNI? de 1896-1897 ocurrida en los Estados Unidos. Seguro que, al igual que yo, vosotros habéis oído hablar alguna vez sobre antiguas leyendas de dioses bajados del cielo, carros estelares llameantes y otros relatos similares. Desde siempre, el ser humano ha visto (o creído ver) objetos extraños sobre sus cabezas. Parece algo innato a nosotros. Investigadores como Jacques Vallée han estudiado pormenorizadamente este fenómeno desde un punto de vista antropológico. Pero hablar de esto nos llevaría mucho tiempo.
El caso de los airships de la oleada de 1896 y 1897 también fue del interés de Vallée. Pero muy al contrario que las leyendas de tiempos pretéritos, aquí los objetos que vuelan son sólidos, reconocibles, con formas muy diferentes, incluso con alas batientes al estilo de los ingenios renacentistas de Leonardo Da Vinci. No hay nada en ellos que no pudiera ser construido con la técnica de la época. Esa es la gran diferencia y la clave del caso.
Pongamos unos ejemplos. Uno de los avistamientos más seguidos de esta oleada ocurrió en varias localidades de California en 1896. Se describía un artefacto con forma alargada, como de pepino, con una especie de cabina en su parte inferior. Hoy llamaríamos a esta aeronave dirigible o zeppelin, pero en 1896 los intentos de crear una nave voladora de estas características estaban en pañales y su desarrollo estaba concentrado principalmente en la Europa central. Los testigos, y aquí viene lo más desconcertante, aseguraban que el aparato se desplazaba de manera extraña, dando grandes giros en el aire, acelerando, frenando y alcanzando velocidades inimaginables para un globo dirigible.
En otros avistamientos, las máquinas voladoras tenían motores propulsados por vapor o gasolina y timones. Vamos, que la descripción se acercaba más a un cacharro de ‘Los Autos Locos’ que a una aeronave capaz de volar. En el boletín nº 22 de ‘La Alternativa Racional’ (os invito a leer el artículo completo) que publica la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, se sugiere lo siguiente:
En presencia de rumores extendidos sobre aeronaves, que sostenían la idea de que este invento estaba a punto de ser perfeccionado, la ambigüedad del cielo nocturno, y las emociones intensas compartidas por muchos americanos de que tan dramático acontecimiento estaba a la vuelta de la esquina -y la incitación de tales emociones a través de las historias periodísticas especulativas y a menudo totalmente inventadas- la gente intentó aliviar dicho estado emocional observando los cielos para probar o rechazar las historias sobre la invención de aeronaves. Esperaban ver aeronaves y las vieron. Mientras en la actualidad, la gente colectivamente percibe «platillos volantes» procedentes del espacio exterior, los ciudadanos en 1896-97 estaban predispuestos a través de la literatura popular de la época a ver naves aéreas.
Aunque estoy casi totalmente de acuerdo con esta conclusión, yo sí pienso que algo real se debió ver, pero que al calor de los acontecimientos técnicos y científicos, fue pasado por el filtro de la época. De ahí su aspecto humano. Con el cambio de siglo y la llegada de fenómenos como ‘La Guerra de los Mundos’ de Wells y sobre todo, la aterradora versión radiofónica de Orson Welles en 1938, todo aquello que se veía en el cielo y no podía explicarse pasó a ser «extraterrestre» y posiblemente amenazador. El fenómeno es el mismo, pero la percepción cambia. Así que… ¿qué fenómeno real hay detrás de todo esto?