La situación económica y las medidas del Gobierno
He pensado mucho las últimas semanas sobre la situación económica adversa en la que estamos desde mediados de año y sobre todo en si el Gobierno pueden tomar medidas efectivas a corto o medio plazo para paliarla. Lamentablemente no creo que las haya, aparte de algunas medidas publicitarias para calmar a la opinión pública. El detonante para que me haya decidio hoy a escribir sobre el asunto son las agoreras previsiones del Fondo Monetario Internacional. Este organismo augura para España un decrecimiento máximo del 1% del PIB en 2009. Pero lo que más me ha indignado es que las soluciones que se proponen son la clásica cantinela liberal. Es decir, «flexibilizar» el mercado laboral, abaratar el despido, liberalizar totalmente algunos sectores o no revisar los salarios para adaptarlos a las subidas del IPC. En resumen: volver aún más precario los empleos que ya de por sí son de los más inestables de Europa y perder poder adquisitivo (a pesar de que ahora los precios se están estabilizando).
Es cierto que España tiene un talón de aquiles bastante importante: la productividad. El FMI también hace alusión a este aspecto. Pero no es algo que pueda cambiarse de la noche a la mañana y en mi opinión la forma de aumentar esa productividad es, por un lado, recuperar la implicación del empleado en la empresa (mediante incentivos económicos, estabilidad laboral, horarios razonables, conciliación, etc) y por otro la inversión en I+D. El primero puede conseguirse de manera relativamente sencilla, pero el segundo requiere generaciones para poder ver los resultados.
Esto se veía venir. Nuestro país ha basado su economía durante una casi década en el ladrillo. En 2000 y 2001, tras pagar la novatada con el estallido de las tecnológicas (con Terra y Telefónica a la cabeza), vimos como las empresas promotoras, las constructoras y las inmobiliarias crecían sin parar. Y paralelamente a ese crecimiento también vimos el insoportable aumento del coste de la vivienda. España fue de ladrillo y cemento y algunos no aprendieron de los errores del pasado. Hasta hace prácticamente unos meses. El mercado se saturó porque nadie podía comprar ya a esos precios. Ahora de nuevo hay que reestructurar la economía y basarla en «otra cosa» («otras cosas» diría yo). El sector bancario podría, según los expertos, tomar el relevo. Pero cualquiera sabe…
Es una pena, pero vivimos en un país donde lo que prima es el dinero fácil, no fruto de la tecnología, del trabajo racional o del ingenio, sino de la especulación, del pelotazo y de la picaresca. Ha sido así desde que tenemos memoria y va a ser muy difícil cambiar esta mentalidad tan arraigada. Ante todo esto, ¿Qué podemos hacer?