Tocándonos las narices
El pasado lunes se celebró el seminario «El impacto de la crisis en el sistema de protección social» en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) de Santander. El Secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, que fue uno de los ponentes, hizo unos comentarios que así leídos son tan ofensivos como verdaderos. Lo chocante es que provengan del propio Gobierno. Dijo literalmente que «Contratamos para ocho horas sabiendo que van a estar cuatro tocándose las narices y luego cuatro trabajando, porque realmente el trabajo que necesitamos es de cuatro horas.». Desconozco el contexto el que fue dicha la frase, pero en cualquier caso estoy absolutamente de acuerdo con él. Los que estamos dentro conocemos algunos casos en los que la plantilla, o bien está sobredimensionada, o bien no se tiene la suficiente carga de trabajo para la creación de un puesto.
Una vez dicho esto, yo me pregunto: ¿Y de quién es la culpa? Yo lo tengo claro: de la planificación. Dentro de la Administración hay destinos «ingratos» porque conllevan horarios poco amigables o una cantidad de trabajo excesiva, mientras en otros sobra personal. ¿Qué hace falta? Procesos de selección mucho más racionales y ajustados a los puestos a desempeñar. Más especialización. Y posiblemente también escuchar más a quienes estamos al final de la cadena. Precisamente, en un comentario del artículo de Expansión sobre esta noticia, se daba la clave: «Y si quieren tener funcionarios trabajadores busquen los jefes adecuados, hagan las oposiciones adecuadas y organicen adecuadamente. En la empresa privada se puede hacer y en la Administración también. Sin fastidiar a nadie que no lo merezca. Gente dinámica y capaz de no levantar envidias ni recelos porque vale y aprecia a los demás EXISTE. Y capaz de mejorar y mucho un equipo, EXISTE».
De todos modos Celestino Corbacho, Ministro de Trabajo e Inmigración (o sea, el «jefe» de Granado), ha salido al paso para desmentirle. Tampoco es quién para hacerlo. Aquí quien tiene competencias al respecto es el Presidente del Gobierno, la Vicepresidenta Primera y Ministra de Presidencia y la Secretaria de Estado para la Administración Pública. De todos modos, la polémica reflexión sobre jornadas a tiempo parcial no parece tan descabellada, siempre y cuando se desarrolle en unas condiciones y unas garantías laborales adecuadas y con la posibilidad de optar a otro tipo de puestos a jornada completa. Ya sólo nos faltaba que la precariedad laboral invadiera también la Administración. Nadie entendería que el sueño de todo liberal que se precie lo ejecutara un gobierno socialdemócrata. Esperemos que no sea precisamente este Ejecutivo el que degrade lo público. Sería una paradoja.