‘Cuscús’
Bajo el nombre de este emblemático plato norteafricano se esconde una película francesa producida en 2007 y dirigida por el realizador tunecino Abdellatif Kechiche, autor también de otras obras con poco predicamento en España como ‘L’Esquive’ (2003) y ‘La Faute à Voltaire’ (2000). ‘Cuscús’ (‘Le Graine et le Mulet’) pertenece a un tipo de films muy habituales en Francia en las dos últimas décadas y que se centra en retratar la vida de un país multicultural de facto, unas veces para testimoniar sus conflictos con los habitantes autóctonos y otras para contarnos las costumbres y modo de vida de un colectivo que ya comienza a ser mestizo y a perder parte de su identidad primigenia. ‘Cuscús’ forma parte de este segundo grupo. Pero no sólo es eso, también es una historia de superación, de luchar contra la adversidad cueste lo que cueste.
La película nos cuenta la historia de Slimane y su familia. Tras perder su trabajo después de treinta y cinco años en unos astilleros, decide poner en marcha un nuevo proyecto: montar un restaurante de cuscús en un barco destinado a ser desmantelado. Slimane está amistosamente separado de su mujer, y mantiene una relación con la casera del hostal donde vive. Para él la vida no es, desde luego, un camino de rosas y luchará día a día para salir adelante de la mejor forma posible. Su carácter reflexivo, perseverante y calmado contrasta con la del resto de su familia.
‘Cuscús’ es una obra coral, directa, clara y formalmente muy sencilla. Kechiche nos ofrece un fresco familiar, sin protagonistas claros aunque todo gira en torno a Slimane, muy bien interpretado por el debutante Habib Boufares. El resto de personajes también son muy creíbles. Otro eje más que obvio es la gastronomía tradicional, uno de los pocos elementos que sirven de enganche con sus antepasados y con su cultura. En este sentido es fantástica la escena de la comida en familia. Pero la película también tiene unos cuantos inconvenientes. El principal es que le sobra metraje. De las casi dos horas y media se le podría recortar cuarenta minutos para ganar en agilidad. Hay secuencias, como la del baile final, excesivamente largas y que hacen perder algo el interés por el desenlace, quizás demasiado abierto para lo que requiere la historia. En cualquier caso una película interesante que han obtenido diversos galardones entre los que destacan el Premio del Jurado del Festival de Venecia de 2007.