‘El Frasco’
El cine argentino nos ha hecho pasar muy buenos momentos a lo largo de los últimos años. En la memoria quedarán películas como ‘Historias Mínimas’. Es precisamente este tipo de films con argumentos a priori cotidianos y sencillos los que dan mejores resultados. Pero es evidente que no es suficiente con un buen guión y, a veces, ni siquiera si lo ejecutan buenos actores. Algo así ocurre con ‘El Frasco’ (2008), una producción del país sudamericano que es un quiero y no puedo que en algunos momentos deja escapar chispas de genialidad. Una buena muestra de lo que se podría haber hecho con un poquito más de tino por parte de su director Alberto Lecchi y de los actores protagonistas Darío Grandinetti (al que no le pega el papel) y Leticia Brédice. Muy al contrario de lo que he leído por ahí en algunas críticas, ‘El Frasco’ no tiene nada que ver con el realismo mágico. Es una historia siempre con los pies en la tierra, algo rocambolesca, pero posible al fin y al cabo.
Pérez es un conductor de autobús tan inexpresivo y metódico como patoso y despistado. Recorre las carreteras argentinas recogiendo y dejando viajeros y pequeños encargos. Romina es una profesora de pueblo que le encarga trasladar hasta la ciudad una cajita. Esa cajita contiene un frasco con algo muy importante e insustituible. Pérez accidentalmente perderá el frasco y es aquí donde empiezan los problemas.
No es fácil etiquetar la película dentro de un género: comedia romántica, de enredo, drama… cualquiera de estos calificativos podrían definirla. Como dije antes, a lo largo del metraje podemos encontrar buenos momentos que nos harán sonreír, como la secuencia del juego de adivinar las matrículas o los gasolineros del pueblo, testigos atónitos de todo cuanto ocurre. El contrapunto dramático lo ponen los respectivos pasados de los protagonistas. En ambos casos son traumáticos e incluso sórdidos, lo que conseguirá unirlos más. ‘El Frasco’ consiguió la Espiga de Plata en el Festival de Cine de Valladolid. En definitiva, una película para pasar un rato agradable. Y si es en buena compañía, mejor.