‘La Belle Personne’
La cinematografía de cada país tiene que aguantar una cruz, justa o injustamente asignada. La del cine español todos la sabemos, también hablamos de «americanada» y, por supuesto, un cine típica e inconfundiblemente francés. Quizás sea algo más sutil, pero los franceses han sabido explotar hasta la saciedad la herencia de la nouvelle vague, algunas veces con fortuna y otras no tanto. El caso que nos ocupa es ‘La Belle Personne’, una producción de 2008 realizada por Christophe Honoré. Es el clásico ejemplo de cómo una buena película puede llegar a estropearse (por poco, eso sí) por culpa de un exceso de «pretenciosidad intelectual» tan corriente en el cine galo de los sesenta, los setenta e incluso los primeros ochenta. Pero no hay que quitarle el mérito a Honoré al adaptar una novela de época (ni más ni menos que el hito de la literatura francesa ‘La Princesse de Clèves’ de Madame de La Fayette) a un instituto de hoy día.
La historia no es nueva. Junie es una chica que por circunstancias personales llega a un nuevo instituto. En un principio sólo conoce a su primo, pero su extraordinaria belleza revolucionará a sus alumnos masculinos e incluso a su profesor de italiano. A medida que avance la trama, las envidias, los celos y las intrigas conformarán un fresco de las miserias y los sentimientos humanos, tanto de los más bajos como de los más altos.
Pero como dije, el aire intelectualoide (esos alumnos de peinados imposibles con cara de póker o ese profesor de aspecto atractivamente taciturno…) y la pretenciosidad de lo que se adivina en algunas secuencias hace de esta una película un ejercicio de estilo que roza la pedantería en algunos momentos (no muchos, es verdad). Un aspecto que no parece culpa de los actores, cuyo trabajo es bastante bueno en general, con unas interpretaciones comedidas e incluso austeras. Esto ocurre en el caso de la chica protagonista (Léa Seydoux), que llena la pantalla con esa blanquísima belleza aunque aparezca en una esquina del plano. No necesita nada más para hacerse notar. Honoré lo sabe y ella siempre es el centro de la acción mientras esté en pantalla. En definitiva, una película interesante con alguna pega y en la que el espectador ha de poner bastante de su parte para sacarle todo el jugo.