Rāmānujan, la diosa Namagiri y la teoría de cuerdas
Hace unas semanas en la tertulia de La Rosa de los Vientos de Onda Cero escuché hablar de un matemático hindú de impronunciable nombre llamado Srinivāsa Aaiyangār Rāmānujan que vivió entre los siglos XIX y XX. Puede que sea uno de los personajes de ciencia más peculiares de la historia. Rāmānujan nació en 1887 en una familia muy pobre y muy religiosa (brahmanes, una rama del hinduismo). Trabajo durante su adolescencia como cargador en el puerto de Madrás. Nunca tuvo acceso a una formación superior y tuvo una educación elemental gracias a una beca, pero su capacidad innata para el cálculo le hizo dominar la trigonometía a los 12 años y a los 15 le prestaron un libro con miles de teoremas matemáticos sin demostraciones (‘A synopsis of elementary results in pure mathematics’ de George Shoobridge Carr) que estudió a fondo. Completó todas y cada una de esas demostraciones correctamente.
Lo interesante fue que, a partir de esa precaria educación, consiguió desarrollar todo un sistema propio de razonamiento matemático tan extremadamente complejo, heterodoxo y particular que aún se siguen descifrando sus teoremas, ya que escribió en su corta vida casi 4000. Lo hacía en cuadernos con su propia nomenclatura. Cierto que algunos de ellos se han demostrado como erróneos, pero sigue asombrando a los matemáticos y nadie se explica como pudo llegar a conclusiones tan avanzadas y vanguardistas. No en vano, uno de sus descubrimientos, las funciones modulares, han sido básicas en física para el desarrollo de la teoría de cuerdas:
La función de Ramanujan contiene un término elevado a la potencia veinticuatro. Ese número es el origen de las cancelaciones milagrosas que se dan en la teoría de cuerdas, pues cada uno de los veinticuatro modos de la función de Ramanujan corresponde a una vibración física de la cuerda. Cuando se generaliza la función de Ramanujan,el número 24 queda reemplazado por el 8. Si tenemos en cuenta que se añaden dos dimensiones más al número total de vibraciones que aparecen en una teoría relativista, obtendremos 8+2, ó 10: La cuerda vibra en diez dimensiones porque requiere estas funciones de Ramanujan generalizadas para permanecer autoconsistente. (Extraído del blog ‘La Bella Teoría’)
Hay una cosa bastante enigmática. Rāmānujan siempre dijo que sus teorías eran producto de sus sueños. En ellos, la diosa de la familia, Namagiri, era quien le inspiraba toda esa sabiduría. Cuando despertaba escribía en su cuaderno aquello que la diosa le había contado. Nunca sabremos lo que esto tiene de verdad, mucho más viniendo de una familia en la que la religión tenía un papel tan predominante.
No hay duda de que, si conocemos a este peculiar genio es gracias a su tesón. Envió cartas a destacados matemáticos de la época. Muchos lo tacharon de loco, pero uno de ellos, Godfrey Harold Hardy, de la Universidad de Cambridge, lo tomo muy en serio y vio en él lo que otros no vieron. Rāmānujan viajó a Inglaterra, donde permaneció durante cinco años. En ese tiempo desarrolló junto a Hardy numerosas teorías. Fueron una extraña pareja. Al choque cultural y religioso (Hardy era ateo) había que añadirle su diferente forma de comprender las matemáticas. A pesar de todo su trabajo fue más que fructífero.
Rāmānujan siempre fue de carácter débil y enfermizo y finalmente el húmedo clima británico le llevó a una prematura muerte a los 32 años por tuberculosis. Fue en 1920. Hoy día es considerado como una de las mentes matemáticas más brillantes de todos los tiempos y también de las más desconocidas. Sirva este post como homenaje.