La izquierda ya no está en el Gobierno
Y no me refiero en el Reino Unido, donde el conservador David Cameron ha logrado el beneplácito de los liberales. Esta mañana, el Presidente del Gobierno español ha anunciado de facto el carpetazo a las pocas políticas de izquierdas que le quedaban. Se ha visto arrastrado y presionado por la Unión Europea y por EEUU. Visto lo visto, ambas apuestan por esa nueva forma de economía que para muchos será la vía hacia el progreso, pero que en realidad es el capitalismo radical, el libre mercado al que se le perdonan todos los pecados y, desgraciadamente, la cada vez mayor presión sobre los trabajadores. En la empresa privada no se puede hacer otra cosa aparte de agachar la cabeza y tragar con contratos cada vez más precarios y sueldos más escasos. En la pública seguimos por el mismo camino. Ya lo hemos visto: deterioro de las condiciones de los funcionarios para ahorrar 2.500 millones de euros. Una medida electoralmente suicida.
Porque uno de los fatídicos efectos colaterales de estas medidas es que la derecha subirá como la espuma y conseguirá llegar a La Moncloa en 2012, cuando ellos también han propuesto medidas muy similares o incluso más duras que sacan de tapadillo sólo cuando les conviene, no vaya a ser que les frene en su ascenso. El Partido Popular representa en España económicamente todo aquello que siempre odié: la reducción del Estado, las privatizaciones masivas de las empresas públicas y las políticas que, a la postre, benefician a los mismos.
Quizás ahora sea la oportunidad de un partido realmente de izquierdas. Izquierda Unida sería una buena opción si siguiera la estela de otros colegas como los alemanes Die Linke, que de esto saben mucho. Puede que recoja parte del descontento de los progresistas que huyan del PSOE, alguien que de verdad haga una política progresista, tanto en lo económico como en lo social (si es que se pueden separar) y que valore realmente lo que vale lo público. Pero me temo que la mayoría se quedarán en la abstención o (desgraciadamente) irán al PP, que es como meterse en la boca del lobo. Tiene que haber un escape para los desencantados, una alternativa. La esperamos con los brazos abiertos.