La moda de los flashmobs
¿Quién no ha visto en YouTube o en cualquier otro portal de vídeos esas coreografías de baile multitudinario de gente normal, que a veces roza lo estrafalario? ¿Y esas batallas de almohadas así sin ningún motivo ni organizador aparente? La Wikipedia define flashmob como:
Una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente. Suelen convocarse a través de los medios telemáticos (móviles e Internet) y en la mayor parte de los casos, no tienen ningún fin más que el entretenimiento, pero pueden convocarse también con fines políticos o reinvidicativos.
Un pariente primitivo de estos eventos convocados pueden ser las convocatorias por SMS. Ya las vimos en las tristes jornadas posteriores al 11-M en 2004 y que David de Ugarte analizó con tanto acierto en algunos reportajes de televisión y en su libro ‘El Poder de las Redes’. Pero, por lo que he podido leer, sus orígenes hay que buscarlos un par de años antes, cuando el estudioso de las nuevas tecnologías de la comunicación y de su influencia en las costumbres sociales Howard Rheingold escribió ‘Smart Mobs: The Next Social Revolution’. Aunque lo cierto es que más allá del fenómeno de los smart mobs (multitudes inteligentes), las convocatorias espontáneas por medios de comunicación de nueva generación tuvieron desde un primer momento un fin puramente lúdico.
El origen de estas convocatorias hay que buscarlas en la ciudad de Nueva York en junio del año 2003. Fue allí donde se desarrollaron estas iniciativas que nadie entendía ni de dónde provenían ni sus fines. Con gran rapidez se extendieron por todas las grandes ciudades del mundo. Aquí en España fue en Barcelona donde tuvo lugar el primer flashmob. Ocurrió en octubre de 2003. La cosa evolucionó también muy rápido y hoy día la mayor parte de estas convocatorias espontáneas tienen fines musicales. Mucha gente ha descubierto el fenómeno a partir de esas coreografías multitudinarias que pueden verse por YouTube y que incluso, para mí con gran acierto, ha formado parte de la última edición del Festival de Eurovision, dándole un toque más participativo a un acontecimiento inicialmente pensado sólo para ser visto.
Es el signo de los tiempos. Eventos de masas convocados a través de medios tecnológicos solo por el puro placer, por la pura diversión, o quizás por el afán de protagonismo en los medios. Esto no significa que no sea un fenómeno social curioso y digno de un estudio en profundidad.