La sentencia del Estatuto y el «agravio» de los no catalanes
La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el recurso que en su día presentó el Partido Popular contra el Estatuto de Cataluña me ha pillado en plenas vacaciones. Tan desconectado de la actualidad estaba que no he conocido la noticia hasta dos días después. Y lo cierto es que el fallo ha sido probablemente la opción más favorable de todas las que se barajaban. Finalmente, el alto tribunal ha optado por declarar inconstitucional en parte 13 artículos y sólo uno en su totalidad. Se trata del correspondiente a la creación de un órgano autonómico para los jueces al margen del estatal. Recordemos que el recurso presentado hace ya cuatro años se realizaba ni más ni menos que sobre 114 artículos.
Al hilo de este asunto, hoy leía en El País varios artículos interesantes sobre lo que supone la forma de entender España entre catalanes y entre el resto de españoles. Su título era «¿Qué le pasa a Cataluña?» y subtitula «La sociedad catalana recibe hastiada y molesta el fallo». También muy descriptivo. En él se aluden a los diferentes episodios de incomprensión e incluso de rechazo entre catalanes y el resto de españoles. Ayer también se ofrecía también una encuesta en el mismo sentido. La postura de Cataluña no se entiende fuera de allí. Y no es cosa ya de políticos, sino de ciudadanos, del sentir a pie de calle. Eso es precisamente lo interesante (y para algunos lo grave). El dato concreto: El 61% de los catalanes considera la sentencia del TC como un agravio y el 55% del resto de España considera justo lo contrario.
Ante esto no hay fácil solución. Dos posiciones a nivel popular muy enfrentadas y que supone ya un quebradero de cabeza en la construcción de un estado y en el desarrollo de lo que se ha llamado el estado de las autonomías y que da la impresión de estar ya más que agotado. Mucho más cuando el pueblo ya no está de acuerdo con una sentencia que sin duda está escrupulosamente basada en nuestra Constitución. Los catalanes tienen todo el derecho del mundo a considerar que la Constitución de 1978 ya no sirve. El problema surge cuando el resto no piensa lo mismo. Difícil cuestión…