Repti… ¿Qué?
Una de las teorías conspirativas más locas y absurdas que circulan por internet (que no son pocas) y que han encontrado en ella el caldo de cultivo perfecto para proliferar es el de los reptilianos o reptiloides. Y es que el ser humano siempre ha querido buscar en la fantasía la solución a sus propias frustraciones y miedos. O simplemente es la necesidad de creer cuando el mundo es cada vez más complejo y las informaciones de lo que realmente ocurre en el mundo son cada vez menos rigurosas y está cada vez más maquilladas. De ahí nace esta y otras teorías conspirativas, todas ellas con el denominador común de ser indemostrables (por mucho que algunos consideren que tienen «pruebas») y totalmente absurdas.
El caso de los reptilianos es probablemente uno de los ejemplos más extremos. Básicamente la teoría viene a decir que el mundo está y ha estado siempre gobernado por seres bípedos de apariencia reptiloide que se camuflan bajo «disfraces» humanos, que comen carne humana y que son indistinguibles de un humano «real» a simple vista (para hacernos una idea son igual que los lagartos de la serie ‘V’) Y lo hacen desde los tiempos de Sumer y el Egipto faraónico hasta los modernos presidentes y reyes mundiales. Vamos, que el poder es de estos señores… lagartos. Pero si ya la teoría es increíble, no lo es menos la aceptación que ha tenido en la red. Ha sido el auténtico catalizador del fenómeno. También sorprende la seriedad con que determinadas personas e investigadores se toman el tema. ¡De verdad se lo creen!
Pero vayamos al principio de todo. Aunque el origen de los reptilianos (del invento me refiero) es difícil de determinar, quien los ha popularizado ha sido David Icke, un dudoso personaje (ver la entrada de la Wikipedia en inglés para más información), quien ya ha publicado una veintena de libros con el resultado de sus «investigaciones». Esa élite mundial reptiliana que gobierna el mundo serían herederos de la secta de los Illuminati (cómo no). Básicamente alude a la existencia de varias ramas o familias entre las que se encuentra las principales casas reales (sí, incluida la española), familias de renombre como los Bush o los Rockefeller. Todos ellos con ancestros comunes en Sumeria, donde supuestamente comienza la estirpe. También otros personajes muy populares que nada tienen que ver con esta estirpe como Paul McCartney.
Cualquier incauto que busque la palabra «reptilianos» en el cajetín de, sin ir más lejos, YouTube, se encontrará cientos o incluso miles de vídeos en inglés, en castellano y en otros idiomas con las «pruebas» de su existencia. También algún reportaje objetivo (manipulaciones para los adeptos de la teoría) sobre el tema producido por cadenas como Discovery Channel en plan irónico. De nuevo me sorprendo al comprobar la credulidad de determinada gente ante pruebas que no son pruebas, ni siquiera indicios. Sólo, y en el mejor de los casos, son efectos de luz, errores de compresión del vídeo, fragmentos sacados de contexto o malas interpretaciones de tradiciones locales de algunos territorios o de algunos grupos (masones por ejemplo). Son un interesante conjunto de técnicas de manipulación interesada y llevada al absurdo, pero que en esencia también se da en otras teorías de la conspiración que nos son mucho más familiares.
Otro concepto asociado al de los reptilianos es el de exopolítica. ¿De qué se trata? Aunque su relación es tangencial, viene a ser el estudio de las relaciones entre las razas extraterrestres y los seres humanos o la implicación política y cultural que tiene un posible contacto con seres de otros planetas en el sentido más amplio de la palabra. En este concepto caben desde las posiciones más racionalistas hasta las más fantasiosas. Y por supuesto, de este lado están los adeptos de la teoría de los repitilianos. Existen congresos de exopolítica, algunos de ellos multitudinario, como el celebrado en Sitges (Barcelona) hace unos meses.
Desde mi punto de vista todo esto es un absoluto delirio que demuestra lo pasados de rosca que estamos en este mundo nuestro. Yo creo que el problema no es la difusión de estos temas, sino la predisposición de miles de personas a creer en teorías sin una mínima base, sin una prueba concluyente. ¿Dónde está el sentido común? ¿Y la capacidad de razonamiento y de crítica?