‘Le Silence de Lorna’
Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne son unos de los realizadores cinematográficos más respetados en Francia y en la Bélgica francófona. Sus películas de temática social, siempre ambientadas en Valonia o Bruselas, han sido bien recibidas por la crítica. Para mí también son unos de los grandes. Su film ‘Rosetta’ (1999) pasa por ser una de mis favoritas. Han ganado dos veces la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes (con la propia ‘Rosetta’ y con ‘El Niño’). ‘Le Silence de Lorna’ guarda todas las esencias del cine de los hermanos. Se trata de una producción franco-belga de 2008 en la que se retratan las clases bajas y, en general, menos favorecidas de la Bélgica más pobre, entrando de lleno en su problemática y en sus dilemas morales, pudiéndose extrapolar estas situaciones a un contexto mucho más amplio en el que otras sociedades (como la nuestra) pueden verse reconocidas.
Lorna es una inmigrante albanesa casada por conveniencia Claudy, un belga drogadicto del que sólo busca obtener la nacionalidad. Todo ha de seguir un maquiavélico plan que terminaría con su muerte por sobredosis, el correspondiente enviudamiento de Lorna y su posterior casamiento con otro personaje, esta vez un mafioso ruso. Y por medio mucho dinero, muchos problemas y los sueños de futuro de la contradictoria Lorna con su auténtico novio albanés Sokol… Pero las cosas nunca salen como están planeadas. Es entonces cuando entra en un laberinto del que será muy complicado salir.
El guión de ‘Le Silence de Lorna’, igual que el de sus predecesoras, es impecable. La narración es sólida y austera. No sobra nada ni tampoco hace concesiones a la galería. Las cosas se retratan como son, sin adornos y sin banda sonora, aunque la sensación de documental no es tan acentuada como, por ejemplo, en ‘Rosetta’. A nivel de interpretación, el trabajo de los actores es excepcional, en especial el de la actriz albano-kosovar Arta Dobroshi en el papel de Lorna, que sostiene todo el peso y toda la tensión dramática de la cinta sin grandes problemas. Conclusión: una gran película que nos invitará –como en todas las películas dardennianas— a mirar debajo de la alfombra de la Europa occidental rica y culta. Muy recomendable.