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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
9 de noviembre de 2010

La ortografía del castellano es actualidad

Es raro que un tema tan académico –aunque a la vez tan cotidiano– como las reglas ortográficas estén en boca de casi todo el mundo, y sobre todo de los medios. Hoy mismo, el diario El País lleva a sus páginas un reportaje acerca de este tema y con motivo del borrador de las nuevas normas del castellano a publicar en breve. Como hoy día se hace polémica con cualquier cosa un asunto tan aparentemente neutro no ha escapado de ello.

Los cambios más llamativos pasan por el propio abecedario, piedra angular de todo idioma. Los dígrafos (letras dobles) dejan de tener este rango para pasar a ser lo que son, combinaciones de dos letras. Por tanto ni se nombrarán la ll ni la ch cuando recitemos nuestro alfabeto. En realidad yo no recuerdo haberlas estudiado nunca como letras en sí mismas. Otro de los asuntos que ha levantado polvareda es la de la denominación de la i griega, que por influencia americana pasa a llamarse ye. Por último, palabras como guión, truhán y otras en las que exista diptongo y, por tanto, sean monosílabos, dejarán de llevar la tilde aunque podrán conservar su actual grafía. Lo mismo ocurre con algunos pronombres (este, aquel en vez de éste, aquél) o adverbios (sólo, de solamente, no llevará acento gráfico).

Yo, como bicho raro que soy, suelo consultar a menudo la ortografía. De hecho llevo siempre una versión electrónica [PDF] para curiosear o mirar dudas. Muchas de estas «nuevas» modificaciones ya se incluyeron en su día en la actual edición de la ortografía, la de 1999. Ocurre con la denominación de la i griega como ye o con el establecimiento de la ch y la ll como dígrafos, aunque formando parte del abecedario. Y, por ejemplo, la palabra guión viene en todas sus apariciones sin tilde.

La ortografía del castellano de 2010 será una más de las revisiones que la Real Academia Española ha publicado a lo largo de su historia. La primera data de 1741. Tan sólo catorce años después, en 1754 se produjo una revolución, al dar prioridad al alfabeto fonético frente al heredado de las lenguas clásicas. Desaparecieron así la ç, siendo sustituida por la s, ph por f o f por s. Un avance histórico. En 1763 desapareció la s doble y se instauraron reglas para la acentuación. En 1803 se añadieron la ch y la ll. En 1815 se regló el uso de la q y la i griega como consonante, conjunción copulativa o final de palabra… Y así sucesivamente hasta el día de hoy. La cuestión sobre si es la Academia la que dicta normas en base a la costumbre o si es la costumbre la que inspira las nuevas normas.

En el caso de la ortografía que se aprobará en Guadalajara (México) el próximo 28 de noviembre, todas estas modificaciones han de entenderse en un contexto de unificación de las reglas para todos los hispanohablantes. Por eso se está discutiendo acaloradamente si se ha de homogeneizar la diversidad ahora existente o dejar cierto margen para cada una de las academias nacionales de la lengua española. Es un dilema sin fácil resolución. Un mismo idioma con diferentes reglas. ¿O es que no estamos hablando del mismo idioma?



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