‘Las Brujas de Zugarramurdi’
Para bien o para mal, el cine de Álex de la Iglesia tiene un sello inconfundible que se reconoce desde su primera película, o mejor aún, desde su primer corto. Ya en aquellas ‘Mirindas Asesinas’ (1991) con el gran Saturnino García o en su debut ‘Acción Mutante’ (1993) podían verse las peculiares señas de identidad del realizador vasco. La acción, la violencia, el humor negro, los tópicos hispánicos y una producción y ambientación muy diferentes a lo que siempre se ha visto en el cine español. En aquellos tiempos supuso un soplo de aire fresco en el rancio panorama nacional. En veinte años, De la Iglesia ha dirigido una decena de películas.
En la última, ‘Las Brujas de Zugarramurdi’, retoma el tema del satanismo que ya tocó en ‘El Día de la Bestia’. Un grupo de atracadores de poca monta junto con el hijo de uno de ellos, tras cometer un robo en Madrid, acaba en un misterioso pueblo navarro huyendo de la policía. Da la casualidad de que la localidad está repleta de brujas y malas personas que secuestrarán al niño para intentar ofrecerlo en sacrificio a las fuerzas de Satán.
Álex de la Iglesia vuelve al entretenimiento puro y duro, al humor exacerbado –y exagerado–, a la violencia excesiva y paródica. El resultado es una película muy bien rodada, bien llevada, pero cuyo guión llega donde llega. La trama está repleta de tópicos repetidos en miles de películas –quizás sean guiños intencionados– y sin más pretensión que la diversión. Y en mi opinión lo consigue. Interesante para pasar un rato con un producto nacional bien facturado.