‘La Giovinezza’
En Italia hay muy buenos directores de cine –siempre los ha habido–, pero Paolo Sorrentino, en mi humilde opinión, no es uno de ellos. El realizador tan en boga en los últimos años gracias a su obra ‘La Grande Bellezza’, con la que consiguió el Oscar de Hollywood a la mejor película de habla no inglesa, el BAFTA o la nominación a la Palma de Oro del Festival de Cannes. El cine de Sorrentino tiene obsesión por conseguir la imagen perfecta, la secuencia audiovisual total y definitiva. Y en medio de esos intentos hay una historia. Justo al revés de lo que debería ser.
En su última película, ‘La Giovinezza’ (‘La Juventud’ en castellano), Sorrentino hace una reflexión sobre la vejez, la decadencia creativa y el relevo generacional en el mundo del arte. Fred es un afamado compositor de música clásica octogenario (excelente interpretación de Michael Caine) descansa en un balneario suizo haciendo un repaso a su azarosa vida. Recibe la visita de un emisario de la Reina de Inglaterra para dirigir un concierto con una selección de sus trabajos. Por otra parte Mick, un veterano director de cine (interpretado por Harvey Keitel) idea en ese mismo lugar junto a un grupo de jóvenes guionistas la que será su última película. Ambos conversarán sobre sus vidas, su pasado y su futuro en un mundo que ya no entienden.
‘La Giovinezza’ es la historia de como un buen argumento, más o menos original, se puede perder entre las veleidades de un director obsesionado en dejar su marca artificiosa en cada una de las secuencias. El resultado es sólo una obra mediocre. Una lástima. 6/10.