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La bitácora personal de Ricardo Martín
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18 de abril de 2017

Nuevas galerías en Cromavista

Acabo de añadir cuatro nuevas galerías fotográficas de mi web Cromavista. Son imágenes tomadas tanto en 2015 como en 2016 y que tenía archivadas esperando tener un rato para poder procesarlas. Por fin aquí están ‘Las Médulas’, ‘La Alberca’, ‘Ruinas de Cáparra’ y ‘Villafranca del Bierzo’. Como veis, León, Salamanca y Cáceres en estas veintiséis fotografías. Espero que os gusten.

26 de septiembre de 2016

Luxemburgo en Cromavista

La ciudad de Luxemburgo, capital del Gran Ducado de Luxemburgo –el país con el mayor PIB per cápita del mundo junto con Catar y Liechtenstein y un paraíso fiscal–, es para muchos una gran desconocida. Tal vez por eso decidimos acercarnos hasta allí desde Bruselas. El viaje, de algo más de doscientos kilómetros, se hace perfectamente en el día. Una excursión relámpago en la que pudimos ver lo más destacado de la capital luxemburguesa. Lo primero que sorprende es que la orografía condiciona el trazado urbano de forma radical. El río Alzette que pasa por el centro de la ciudad, la divide el dos, formando una amplia garganta de unos 70 metros de profundidad y unos 200 o 300 en su parte más ancha. Abajo, casas típicas y no muy altas y alguna iglesia. Es el barrio del Grund. Para salvar el desnivel y unir las dos partes de la ciudad alta, existen varios puentes y viaductos entre árboles.

Este conjunto produce un peculiar y muy fotogénico skyline, especialmente si paseamos por Le Chemin de la Corniche, una calle con varios miradores y que pasa por encima de las casamatas del Bock. Estas construcciones militares aprovecharon los barrancos para construir una serie de galerías subterráneas con salidas hacia el valle. En esas salidas se colocaban cañones que servían para defender la ciudad. Se construyeron hacia 1640 por los españoles durante los tiempos coloniales, aunque fueron ampliadas en siglos sucesivos, vista su efectividad defensiva. En las laberínticas galerías –sólo recorrimos unas pocas– excavadas en la piedra (sedimentaria, no muy dura) desarrollaban sus vidas no sólo los soldados, sino familias enteras que se refugiaban aquí. La última vez fue durante la segunda guerra mundial. Una ciudad subterránea donde había de todo.

De vuelta del valle y de las casamatas, del Bock y del Grund, encontramos una ciudad cuidada, con calles peatonales, edificios en su mayoría de los siglos XIX y XX salvo excepciones, y todos ellos extraordinariamente limpios, y los más antiguos excesivamente restaurados para nuestro gusto. Nada arquitectónicamente reseñable más allá del exotismo propio de un pequeño país. Pero el conjunto sin duda merece la pena la visita. Y si no podéis ir, al menos tenéis estas fotos que he colgado en mi web Cromavista. Las dos galerías que pueden consultarse son las siguientes:

23 de septiembre de 2016

Brujas en Cromavista

Brujas, el viejo y olvidado puerto comercial de Flandes durante la época medieval. Hibernada durante siglos y desde hace medio siglo redescubierta para el visitante. Por eso Brujas es posiblemente la ciudad más turística de Bélgica, para bien y para mal. Sus detractores la acusan de ser un parque temático, un mero decorado donde todo es por y para el visitante. Tiendas de recuerdos (las mejores y más grandes que vimos en todo Bélgica) por todas partes, bares, restaurantes, museos, etc. Pero también tiene sus cosas buenas. Se ha preservado un espectacular, excepcionalmente fotogénico y cuidado casco histórico –muy restaurado, cuando no directamente reconstruido–. Hay poco tráfico de vehículos a motor, muchas bicis y carros de caballos para los turistas. Esto produce una extraña sensación de tranquilidad, de estar viviendo en otra época. Y si se camina desde la estación de tren –como hicimos nosotros– mucho más, cruzando el canal que sirve de barrera entre la «civilización» y la ciudad antigua hacia el Minnewater y el Begijnhof.

En la iglesia de Nuestra Señora puede verse una escultura de Miguel Ángel, la conocida como ‘Madonna de Brujas’, la única que salió de Italia en vida del genio renacentista. Recuerda a ‘La Pietà’, aunque algo más modesta. También en esta iglesia pueden verse tumbas de reyes, los de Carlos el Temerario y su hija María de Borgoña, que a su vez era la madre de Felipe el Hermoso. Éste, aunque enterrado en Granada, su corazón momificado también se conserva en esta iglesia dentro de un cofre. El centro de Brujas es su plaza mayor, o Grote Markt, con la imponente torre del campanario civil presidiéndola, y la estatua de Jan Breydel y Pieter De Koninck en el centro.

Brujas es una ciudad muy cervecera, algo que, hablando de Bélgica, ya de por sí es una redundancia. Pero aquí es más visible que en otros lugares. Y si no, basta con darse un paseo por el enorme expositor donde pueden verse (y probar) todas las variedades y marcas de cerveza belga. También vimos allí alguna de las mejores tiendas del gremio, incluso con varios pisos y salas llenas de botellas. La cervecera local —Halve Maan— que, gracias a unas tuberías que la conecta con la embotelladora, sigue fabricando la bebida dentro de la ciudad, produce las dos marcas más populares para locales y visitantes, la Brugse Zot (El Loco Brujense) y la Straffe Hendrik (Enrique el Fuerte).

Las reminiscencias españolas en Brujas permanecen siglos después del fin de la ocupación. Aquí nació Felipe el Hermoso y murió Luis Vives, que cuenta con un busto en uno de los lugares más turísticos de la ciudad. También en la plaza de Jan Van Eyck encontramos el Spinolarei o Muelle de Spínola, en referencia al militar hispano-italiano que comandó los Tercios de Flandes. En sus inmediaciones, nombres de calles que nos recuerdan: Spanjaardstraat o Calle de los Españoles y la Biskajersplein o Plaza de los Vizcaínos. Brujas también compartió en 2002 la capitalidad cultural europea con Salamanca. Y desde entonces están hermanadas.

Las fotos de Brujas que he añadido a Cromavista están organizadas en las siguientes galerías:

21 de septiembre de 2016

Gante en Cromavista

Gante es una especie de Brujas más desarrollado, o que Brujas es un Gante detenido en el tiempo. Lo cierto es que la segunda ciudad flamenca cuenta con un imponente conjunto monumental que abarca construcciones desde el medievo –aún se conserva una casa románica en el Muelle del Grano o Korenlei— hasta el siglo XVIII. Aquí nació el emperador Carlos I de España y V de Alemania, en un palacio (el Prinsenhof) que ya no existe. Sus paisanos se rebelaron en varias ocasiones y Carlos actuó con mano dura. Posiblemente aún se acuerdan de él.

Una de las construcciones clásicas que vimos aquí por primera vez es el belfort o campanario civil. Es una gran torre edificada a principios del siglo XIV y con varias campanas que tocaba cada hora y en ocasiones especiales o como aviso para las emergencias (invasiones, incendios, fiestas, etc). También solían ser fortalezas de vigilancia y donde se guardaban los fueros, leyes y privilegios de la ciudad que atesoraban en cofres acorazados y atados con cadenas al suelo. Tenían varias cerraduras que guardaban el burgomaestre de la ciudad y los representantes de los gremios. Todos tenían que ponerse de acuerdo para modificar, quitar o añadir algún decreto o norma municipal. Vimos algún cofre de aquellos, ya vacíos y polvorientos. Otros dos personajes vivían también en esta torre: La gran campana Roland, la más famosa de la historia de Gante y destruida por Carlos I, y el dragón dorado que corona la construcción. De hecho, la cerveza más famosa de la comarca se llama Gulden Draak en su honor.

Otra torre importante del perfil gantés es el de la Catedral de San Bavón. Dentro esconde un tesoro con un azaroso y peliculero historial de robos y secuestros. Puede que sea la obra de arte más robada del mundo. Es ‘La Adoración del Cordero Místico’ de los hermanos Hubert y Jan Van Eyck, un espectacular políptico pintado a comienzos del siglo XV y ya prácticamente restaurado en su totalidad.

Y la tercera torre en discordia es la de la iglesia de San Nicolás, un templo gótico espectacular de perfil contundente y edificado en el siglo XIII sobre otra iglesia previa, muy cerca de los muelles primitivos de la ciudad.

Pero posiblemente lo mejor de todo es recorrer los dos viejos muelles, el de las hierbas y el del grano (Graslei y Korenlei respectivamente) y observar las fachadas de todos y cada uno de los edificios. Todos tienen su historia porque pertenecían a un gremio concreto. Hoy sólo pasan barcos de turistas. El comercio se fue hacia el norte, a Amberes. Desde aquí puede verse a lo lejos las almenas de la torre del castillo de Gravensteen (o Castillo de los Condes de Flandes). Lo que puede verse ahora es una reconstrucción prácticamente total realizada a finales del siglo XIX que poco tiene que ver con lo que vieron los ganteses de otros siglos. Aún así es digno de ser visitado.

Os dejo con las fotos de Gante que he subido a mi web de fotografías Cromavista. Son tres galerías:

Espero que os gusten.

19 de septiembre de 2016

Amberes en Cromavista

La ciudad de Amberes es la mayor población de Flandes. Creció a partir del siglo XVI al calor del puerto fluvial. Su auge fue inversamente proporcional a la decadencia de Brujas. Hoy día es el segundo puerto más importante de Europa, sólo por detrás de la vecina Rotterdam. Y esto se nota en toda la ciudad. Muchas de las obras que se están realizando cuando hicimos nuestra visita son en el puerto, reconvirtiendo las viejas naves y muelles –el puerto actual está más hacia el norte– en espacios públicos, culturales y de ocio. El hecho de que nada más salir de su espectacular estación central, el barrio chino es de las primeras cosas que el viajero puede ver. Un chinatown modesto, pero seguramente antiguo y muy auténtico.

Amberes fue ciudad olímpica en el ya lejano año de 1920. Posiblemente por eso está hermanada con Barcelona. Otro hermanamiento, en este caso artístico, es con Rubens. El famoso pintor se estableció aquí, en un caserón que se conserva en lo que hoy es el ensanche de Amberes. En la catedral de Nuestra Señora, una maravilla gótica con una de las torres más altas del mundo, se guardan varias obras maestras suyas, como son ‘La Elevación de la Cruz’ y ‘El Descendimiento de Cristo’. Este templo tiene también una rara relación con Japón. Muchos son los visitantes de aquel país que visitan Amberes y su catedral. El motivo es bien profano: una serie de dibujos animados. Aunque puede que a nosotros no nos diga nada, ‘A Dog of Flanders’ (‘Un Perro de Flandes’) fue un fenómeno social en Japón a mediados de los años setenta. Algo parecido a lo que fue aquí ‘Marco’ más o menos en la misma época. En el último episodio, el perro, de nombre Patrash, moría de frío en la catedral, frente al cuadro ‘El Descendimiento de Cristo’. Tanta fue la influencia de esta serie que el embajador japonés inauguró hace no mucho tiempo un monumento en la plaza contigua, algo así como un ficticio cenotafio del famoso perro.

Amberes, como ciudad importante del siglo XVII, época de su mayor esplendor, cuenta con numerosos ejemplos de la presencia española en forma de escudos (en el castillo o en el ayuntamiento podemos ver escudos de Felipe II) y es la población natal del gobernador Rodrigo Calderón de Aranda. Aunque poco que ver con España, también aquí nació el geógrafo Abraham Ortelius, creador del primer atlas mundial. No es tan famoso como su compatriota Mercator, pero aportó grandes conocimientos al arte de la cartografía. Mapas para una ciudad volcada con el comercio de ultramar.

Las galerías que he incluido en Cromavista sobre Amberes son cuatro:

17 de septiembre de 2016

Bruselas en Cromavista

Comenzamos la serie fotográfica dedicada a Bélgica con su capital, Bruselas. He seleccionado 135 imágenes de la ciudad repartidas en 16 galerías, que podéis ver en mi web de fotos Cromavista. Estas galerías son las siguientes:

Espero que sean de vuestro gusto.

7 de junio de 2016

‘La Sal de la Tierra’

Todos conocemos la obra de Wim Wenders por sus películas de ficción. Pero la loable afición del alemán por el género del documental también es una parte importante de su filmografía. ‘La Sal de la Tierra’, uno de sus últimos documentales, estrenado en 2014, trata sobre la vida y la obra del fotógrafo Sebastião Salgado. Salgado nació en la región de Minas Gerais en 1944 y, a pesar de haber viajado por todo el mundo, muy apegado a su tierra y la finca que heredó de su padre. Son estos tres aspectos sobre los que pivota el documental: Vida, obra y tierra natal. Todos ellos se entrelazan a lo largo de todo el metraje.

Su vida, desde que salió por primera vez de su región brasileña para estudiar economía y se encontró con la fotografía casi por accidente, su boda, sus hijos, sus largos viajes de trabajo fuera de casa… Su obra, desde aquella primera cámara hasta convertirse en un reputado retratista del género humano, de sus miserias y sus alegrías y su modo de vida a lo largo de todo el mundo. Y por supuesto, su tierra natal, la finca familiar que consiguió repoblar y vencer la aridez producida por la tala masiva de árboles. De ahí que Salgado considere al género humano como «la sal de la tierra», ofreciendo un mensaje positivo, amable y esperanzador sobre la humanidad del futuro.

Se le puede achacar a Wenders dotar al relato de un misticismo que, en manos de otro realizador, no tendría. Y no lo necesita. Esa imagen de Salgado apareciendo sobreimpresa, en blanco y negro, como un sabio ancestral es un poco chocante, posiblemente muy lejano a la realidad. Dicho esto, no quiere decir que ‘La Sal de la Tierra’ sea una obra impostada, pero sí me parece una loa excesiva a su protagonista. 7/10.



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