En uno de los primeros artículos que escribí en rmbit traté el tema de la televisión pública y de su financiación. De esto hace más de tres años y todavía estamos con lo mismo. A pesar de todas las reformas llevadas a cabo en la corporación pública RTVE, el asunto económico es algo que sigue pendiente. Según los últimos datos que he encontrado, en los Presupuestos Generales del Estado de 2008 aplicables en el ejercicio 2009, la partida destinada a Radiotelevisión Española suponen 555 millones de euros. Sinceramente no sé si es mucho o es poco, pero los gastos previstos por la corporación para 2009 según su director Luis Fernández es de 1196 millones. La diferencia entre ingresos y gastos es, por tanto, de 641 millones de déficit. Es de suponer que una parte de este déficit se cubrirá por la publicidad.
Y aquí entra el segundo factor: la reducción de la publicidad. Antes de 2008, el límite de publicidad por hora de emisión era de 12 minutos. Con la entrada del año actual se redujo a 11 minutos. Aún así sigue siendo una barbaridad que de cada 60 minutos, 11 sean espacios publicitarios (el 18,3% del tiempo de emisión), sobre todo si tenemos en cuenta de que es una televisión de servicio público. La Unión Europea ha llamado la atención en repetidas ocasiones a España y a otros países por esta doble financiación. Pero ¿cuál es la solución? ¿Más financiación en los presupuestos? ¿Una televisión pública más «humilde» y sin publicidad? ¿Un impuesto especial?
Lo que está claro es que no se puede estar a varias aguas y que es un problema que hay que afrontar tarde o temprano. Podemos optar por la opción del aumento de la partida presupuestaria hasta esos 1200 millones de euros anuales, una vía que muchos quizás no entenderían, sobre todo cuando una parte de ese dinero va para pagar galas infumables, famosillos del ‘Mira Quién Baila’ o series y películas norteamericanas. Otra alternativa es reducir el tamaño de Televisión Española, de su plantilla y de sus pretensiones, algo que por otra parte ya se ha hecho con las recientes prejubilaciones.
La idea del impuesto para financiar la televisión pública es quizás la más impopular, aunque a mí es la que me resulta más justa. Me he informado sobre cómo se aplica este canon en el Reino Unido y mediante el que se financia la BBC. Se trata de un impuesto con que se grava cada televisor del país y que se paga anualmente. Según la web de la corporación británica, la cuota para televisores en color es de 139,50 libras (161,1 euros) y para aparatos en blanco y negro de 47 (54,2 euros). Si hacemos la cuenta con algún otro dato, como el número aproximado de receptores que hay en las islas (521 aparatos por 1000 habitantes y unos 60 millones de habitantes nos da un total de 30 millones de televisores aproximadamente), obtenemos unos ingresos aproximados de 4200 millones de libras (4800 millones de euros), que no está nada mal. Este mismo sistema de financiación se utiliza en Alemania y en los países nórdicos. Y no hay lugar para la picaresca ni para «televisores clandestinos», ya que toda una legión de funcionarios se dedican únicamente a recorrer los hogares comprobando que el pago del canon está al día.
No quiero ni imaginar que ocurriría si algún día se implantara un método similar o lo que dirían algunos medios. En la práctica creo que, por nuestra idiosincrasia cultural, sería imposible…