La industria musical chapotea para no ahogarse
Hay dos hechos que he estado observando últimamente y que nos dicen algo sobre lo que la (si nadie lo remedia) próxima a extingir industria musical. La venta de discos físicos sigue cayendo en picado. Como ya comenté aquí una vez hace tiempo, cada vez se venden menos discos. Las últimas filtraciones sobre ventas de discos en España nos hablan de que la pasada semana el más vendido consiguió colocar algo más de siete mil copias (el nuevo de Pereza) y los cuatro siguientes apenas suman los cinco mil. Todo esto, como según cuentan en Je Ne Sais Pop, contabilizando en algunos casos como copias vendidas aquellas que fueron distribuidas en su día a los puntos de venta pero que el usuario aún no ha comprado.
Yo, que he vivido hace años el despegue, el pleno auge del CD y también la angustia de no poder comprarme todos los discos que quería por tener el precio prohibitivo de 2.995 pesetas por ejemplar, ahora estoy saboreando la venganza porque tengo todo lo que quiero y gratis total. Porque (seré un antiguo) todavía se me hace raro pagar por contenido digital intangible en un formato que no sé si dentro de veinte años voy a poder reproducir o si me tocará volver a comprarlo. Y no creo que nunca lo haga. Ya que pago, prefiero tener el disco con su cajita, que por lo menos adorne en el salón, aunque luego la copia que escuche en el iPod o en el ordenador sea en formato MP3.
En este sentido, ayer Apple presentó un nuevo formato. Lo han llamado iTunes LP y viene a ser como un álbum de música, con su carátula, sus fotos, sus letras, pero con contenido adicional, como vídeos. Hasta aquí la idea no parece mala. Pero como suele ser habitual, se trata de un formato completamente cerrado. El paquete se compra como una unidad y no podemos extraer parte del contenido ni, por supuesto, gestionarlo con otro software que no sea iTunes. Tampoco copiarlo en reproductores que no admitan este contenedor. Dicho esto, el iTunes LP me huele a fracaso por su poca vocación de «universalidad». A mi por lo menos no me ha convencido.
Por otra parte, otra de las noticias de esta semana relacionadas con la industria musical y su intento de salir a flote es la publicación de toda la discografía (sí, otra vez) de los Beatles, remasterizada a partir de las bobinas originales y convertidos a estéreo aquellos temas que aún no lo eran. Más de lo mismo. Los discos ya se venden a casi 20 euros por unidad (el ‘White Album’ a casi 30 por ser doble) o los 12 en un estuchito (lo han llamado The Beatles Stereo Box Set) por unos 250 euros. En definitiva, aproximadamente los mismos precios de 1997, cuando yo me compré el ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’. ¿No os parece esto un abuso para unos discos que han vendido millones de copias a lo largo de cuarenta años?
A este respecto, la industria musical también presiona al poder político europeo en cuanto a los derechos de autor. Con la legislación actual, las primeras canciones de los Beatles, publicadas en 1962, pasarían al dominio público en 2012, con lo que perderían una gran tajada. El Parlamento Europeo votó (y aprobó) una propuesta para aumentar de 50 a 70 años la vigencia de los derechos de autor. Esto ocurrió a finales de abril de este año, con lo que actualmente no sé como estará la cosa. En conclusión, al final no son más que maniobras desesperadas de la gran industria del disco que no ve luz al final del túnel, sino más bien su propia tumba…