Si el movimiento musical llamado britpop tuvo alguna vez una cumbre, esta quizás fue ‘(What’s the Story) Morning Glory?’ de Oasis. Publicado el 2 de octubre de 1995 se trata del segundo larga duración de la banda de Manchester. Hacía poco más de un año que habían debutado con ‘Definitely Maybe’ causando la sensación del público y de la prensa musical de las islas británicas. Todos coinciden en que realmente no inventaron nada, pero es indiscutible la facilidad y el talento que los hermanos Gallagher tenían para fabricar melodías atemporales, muchas de ellas convertidas en himnos de una generación. Justo lo que buscaban.
Los Gallagher crecieron escuchando a las grandes bandas británicas de los sesenta y setenta. Los Rolling Stones, David Bowie, Slade, The Who, The Jam y, por supuesto, los Beatles. Su obsesión por los de Liverpool llegó a extremos enfermizos y en muchas de sus canciones y vídeos musicales se refleja esta afición.
‘(What’s the Story) Morning Glory?’ es un disco pletórico. Cualquiera de sus temas era un potencial sencillo. De hecho se publicaron seis. A saber: ‘Some Might Say’ (un primer adelanto muy temprano de lo que sería el álbum), ‘Roll with It’ (lanzado el 14 de agosto de 1995, el mismo día que ‘Country House’ de Blur en plena rivalidad entre los dos grupos), ‘Wonderwall’ (qué podemos decir a estas alturas), ‘Don’t Look Back in Anger’ (mi favorita del disco), ‘Morning Glory’ y ‘Champagne Supernova’. Algunos de estos sencillos contaban con caras B de auténtico lujo como ‘The Masterplan’, supuesto descarte del álbum.
Si hasta este momento la carrera de Oasis había ido hacia arriba, después de la publicación de ‘(What’s the Story) Morning Glory?’ las cosas no fueron tan bien. El tándem Liam/Noel se resquebrajaba y ya no funcionaba tan bien como antes. Dos años después llegaría la relativa decepción de ‘Be Here Now’, con algún tema reseñable, pero en general un disco espeso y un poco cargante. A partir de aquí caída en picado. La brillantez de que un día hicieron gala se fue con sus excesos, cada día más seguidas por los tabloides británicos. Tres discos más ‘Standing on the Shoulder of Giants’ (2000), ‘Heathen Chemistry’ (2002) y ‘Don’t Belive the Truth’ (2005) no harían más que confirmar el declive. Así que lo mejor será quedarnos con los mejores recuerdos.
Arcade Fire han vuelto. Con un panorama musical en el que nos estamos acostumbrando demasiado a las decepciones, los canadienses nos han devuelto la fe. He de decir que me esperaba lo peor, pero su ansiado retorno tras ‘Funeral’ (2005) no ha defraudado. Han cambiado algo su registro pero conservan su exaltación y apego por el romanticismo algo chusco y exagerado. Y desde luego es perfectamente reconocible en la primera escucha. ‘Neon Bible’ (2007) es un álbum brillante, tanto como su predecesor, y en él podemos encontrar maravillas como la que es mi canción del momento ‘Black mirror’. Se trata del primer sencillo que se extrae.
Ya había oído hablar de ellos desde hacía algún tiempo, pero por unas cosas o por otras no me había parado a escuchar nada suyo. A pesar de que su disco se publicó en otoño del año pasado, he descubierto a los barceloneses Mendetz hace unos pocos días. Ha sido a través del tercer recopilatorio con lo mejor de 2006 que se publicó junto al número de marzo de la revista Rockdelux. En concreto el tema incluído es ‘Futuresex’, una pieza que me ha parecido más que brillante. Aquí sería aplicable eso de «no parecen españoles» que felizmente ya hemos desterrado.
Buscar la filiación a Mendetz es bucear por nombres ineludibles como Delorean, LCD Soundsystem, !!! o incluso Franz Ferdinand (aunque ellos bromean en MySpace con Locomia, Tina Turner o New Kids on the Block). Su innegable talento para la melodía y para recrear ambientes dignos de los ochenta (con sintetizadores más que resultones) les ha llevado a lo más alto no sólo del mundillo indie nacional, sino también de fuera de nuestras fronteras. Si Azul y Negro hubieran surgido ahora quizás serían Mendetz. Su marca de indentidad es la música electrónica, los teclados, las guitarras y una base rítmica apabullante.
Aunque el videoclip me parece horrendo, aquí lo dejo como muestra de su música:
Y aquí un pequeño reportaje sobre la banda realizado para el programa Cuatrosfera hace algún tiempo:
No ocurre muy a menudo, pero pasa. Cada diez o veinte discos mediocres que escucho llega uno que sobresale de los demás. Es entonces cuando comienzo a prestarle más atención y a interesarme por obtener más información. Algo así me ha pasado con Prin’ La Lá, una banda de tres chicas cordobesas apadrinadas por su primo Fernando Vacas (alma de Flow). En realidad él es el «cerebro en la sombra» y artífice de esta estupenda aberración musical.
Isabel, Macarena y Blanquita apenas suman cuarenta años entre las tres, pero han publicado posiblemente uno de los discos nacionales del año. ¿Por qué? Por unas letras ingeniosas y diferentes y unas melodías endiabladas y pegadizas a medio camino entre el folk, el pop más pop y la música clásica. Toques angelicales para un disco con dobles intenciones, que, como los cuentos de hadas, mantiene una pincelada de crueldad y sordidez soterrada. El nombre con que Fernando las bautizó hace referencia al perro imaginario del delirante mundo de los hermanos Leopoldo María y Michi Panero. Nada es casual.
También me enteré de que hace unos días, el suplemento de tendencias EP3 de El País las sacó en portada y les dedicó un extenso reportaje que acabo de leer y que creo que no les hace justicia por buscar la anécdota y la lectura fácil más que interesarse realmente por la música.
Aunque todo el disco es más que notable, desde mi punto de vista hay varias cumbres. ‘Naves que dan vueltas a un balón’, con su melodía casi espectral, ‘En los pantanos de la memoria’, ‘Verano fatal’ (el contrapunto extrovertido y alegre) y ‘Con sentido y sin sentido’.
Cada momento tiene sus canciones. No importa si el tema está de moda, está sonando ahora o sonó hace veinte años. De aquí en adelante voy a ir reflejando cual es mi «canción del momento». También siempre que sea posible, intentaré que pueda escucharse desde la web.
‘In transit’ es un tema escrito e interpretado por Albert Hammond Jr., componente de la banda neoyorkina The Strokes. Es hijo del músico del mismo nombre, muy popular en los años setenta. Es curioso, pero ‘In transit’ es una especie de «autoversión» de ‘By the way’, un instrumental compuesto para un documental sobre The Strokes realizado en 2001.
Esta mañana me enteré de los grupos que participarán en el próximo Festival Audiovisual Exponentes ’07, a celebrar el día 3 de marzo en el Centro Cultura de Caja España. En su página web pueden consultarse las diferentes actividades que se han organizado. Ya hay docenas (o cientos) de carteles pegados por las paredes de Zamora.
Si el año pasado la selección de bandas fue exquisita (12twelve, Clovis, Remate y El Hijo), este año las cosas prometen mucho más, ya que se contará con las actuaciones en directo de El Columpio Asesino, Niños Mutantes y Schwarz. Tres grandes grupos, aunque mis preferencias se decantan hacia los terceros. Al igual que el año pasado, las actuaciones musicales sólo serán una parte del festival, que contará además con acciones audiovisuales como videoperformances y actividades interactivas.
El festival está organizado por la Asociación Cultural Expediciones y colaboran varias instituciones públicas y privadas, así como locales de la ciudad.
Para cualquier aficionado a los Beatles, elegir un sólo disco es una tarea poco menos que imposible. Pero si hay un momento que supone un punto de inflexión entre las dos principales etapa de los de Liverpool, ese momento es el año 1965. A lo largo de ese período publican dos álbumes: ‘Help!’ y ‘Rubber Soul’. El primero de ellos es quizás la apoteosis de la «beatlemanía clásica» y contiene alguno de los temas más emblemáticos de la banda como la titular o ‘Yesterday’. Pero los Beatles dieron un salto de gigante con su siguiente álbum. ‘Rubber Soul’, publicado el 3 de diciembre de 1965, es un giro notable en su carrera y para mí, el comienzo de su mejor etapa. Este cambio está influido por las drogas psicotrópicas y el comienzo de todos los movimientos contraculturales que cambiarían la forma de concebir el mundo a lo largo de los años siguientes.
Temas como ‘Drive my Car’, ‘Norwegian Wood’ (con George Harrison tocando el sitar), ‘Michelle’ o ‘In My Life’ eran composiciones que quizás un año antes serían impensables. La complejidad iba en aumento. Comenzaba una nueva etapa para la música pop y para el mundo. Sus dos álbumes posteriores (‘Revolver’ en 1966 y ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’ en 1967) lo confirmarían.
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