rmbit - La bitácora personal de Ricardo Martín
La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
11 de septiembre de 2009

Sobre Tuenti

No tenía pensado escribir sobre Tuenti, pero los acontecimientos y la aclamación popular me han hecho cambiar de opinión. A pesar de ser un «llanero solitario» he conseguido que me invitaran a la red social española líder (¿hay más?). O sea, Tuenti. Esto fue hace cosa de una semana. Durante este tiempo he tenido oportunidad de trastear y explorar casi todas las opciones, que tampoco son muchas, que nos ofrece esta red. Hace tiempo, en el post que escribí sobre Tuenti y los pijos comentaba precisamente eso, que era el Facebook de los «patricios», y verdaderamente la sensación que da navegar por su interfaz es de cierta exclusividad o también un poco de «andar por casa».

Digo esto porque, si lo comparamos con el monstruo que es Facebook o MySpace o cualquier otra red social masiva de solera, Tuenti es muy poquita cosa. Su punto fuerte es, como debe ser, sus integrantes. Es increíble como un sistema que funciona por invitación puede extenderse tanto. En ella he encontrado a gente que no están en, por ejemplo, Facebook. Me ha dado la impresión de entrar en un club reservado donde está la gente que no se «rebaja» a entrar en otras redes. Apenas tiene publicidad, y la que hay no se nota. No hay aplicaciones estúpidas ni te pierdes entre tantas opciones. En ese sentido es el colmo de la sobriedad. Ni siquiera existen los grupos de usuarios.

Cada integrante tiene, igual que en Facebook, un tablón donde nuestros amigos o nosotros mismos podemos dejar mensajes. Otra opción es el blog personal, muy limitado, ya que no podemos importar automáticamente las entradas de un blog externo, como hago yo con Facebook y rmbit. Completan los servicios que nos prestan un chat, un sistema de mensajes personales y otro de vídeos. En definitiva, me parece que comparar a Tuenti con Facebook es inevitable y tanto uno como otro tienen ventajas e inconvenientes. Tuenti es más «íntimo», más privado, más pequeño y Facebook es una puerta abierta a todo el mundo, con las cosas buenas y malas que esto tiene.

10 de septiembre de 2009

La industria musical chapotea para no ahogarse

Hay dos hechos que he estado observando últimamente y que nos dicen algo sobre lo que la (si nadie lo remedia) próxima a extingir industria musical. La venta de discos físicos sigue cayendo en picado. Como ya comenté aquí una vez hace tiempo, cada vez se venden menos discos. Las últimas filtraciones sobre ventas de discos en España nos hablan de que la pasada semana el más vendido consiguió colocar algo más de siete mil copias (el nuevo de Pereza) y los cuatro siguientes apenas suman los cinco mil. Todo esto, como según cuentan en Je Ne Sais Pop, contabilizando en algunos casos como copias vendidas aquellas que fueron distribuidas en su día a los puntos de venta pero que el usuario aún no ha comprado.

Yo, que he vivido hace años el despegue, el pleno auge del CD y también la angustia de no poder comprarme todos los discos que quería por tener el precio prohibitivo de 2.995 pesetas por ejemplar, ahora estoy saboreando la venganza porque tengo todo lo que quiero y gratis total. Porque (seré un antiguo) todavía se me hace raro pagar por contenido digital intangible en un formato que no sé si dentro de veinte años voy a poder reproducir o si me tocará volver a comprarlo. Y no creo que nunca lo haga. Ya que pago, prefiero tener el disco con su cajita, que por lo menos adorne en el salón, aunque luego la copia que escuche en el iPod o en el ordenador sea en formato MP3.

En este sentido, ayer Apple presentó un nuevo formato. Lo han llamado iTunes LP y viene a ser como un álbum de música, con su carátula, sus fotos, sus letras, pero con contenido adicional, como vídeos. Hasta aquí la idea no parece mala. Pero como suele ser habitual, se trata de un formato completamente cerrado. El paquete se compra como una unidad y no podemos extraer parte del contenido ni, por supuesto, gestionarlo con otro software que no sea iTunes. Tampoco copiarlo en reproductores que no admitan este contenedor. Dicho esto, el iTunes LP me huele a fracaso por su poca vocación de «universalidad». A mi por lo menos no me ha convencido.

Por otra parte, otra de las noticias de esta semana relacionadas con la industria musical y su intento de salir a flote es la publicación de toda la discografía (sí, otra vez) de los Beatles, remasterizada a partir de las bobinas originales y convertidos a estéreo aquellos temas que aún no lo eran. Más de lo mismo. Los discos ya se venden a casi 20 euros por unidad (el ‘White Album’ a casi 30 por ser doble) o los 12 en un estuchito (lo han llamado The Beatles Stereo Box Set) por unos 250 euros. En definitiva, aproximadamente los mismos precios de 1997, cuando yo me compré el ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’. ¿No os parece esto un abuso para unos discos que han vendido millones de copias a lo largo de cuarenta años?

A este respecto, la industria musical también presiona al poder político europeo en cuanto a los derechos de autor. Con la legislación actual, las primeras canciones de los Beatles, publicadas en 1962, pasarían al dominio público en 2012, con lo que perderían una gran tajada. El Parlamento Europeo votó (y aprobó) una propuesta para aumentar de 50 a 70 años la vigencia de los derechos de autor. Esto ocurrió a finales de abril de este año, con lo que actualmente no sé como estará la cosa. En conclusión, al final no son más que maniobras desesperadas de la gran industria del disco que no ve luz al final del túnel, sino más bien su propia tumba…

9 de septiembre de 2009

Dagen H: El día en que Suecia cambió de carril

Todos sabemos que en el Reino Unido se circula por el lado izquierdo de la calzada en vías de doble sentido y que en España se hace por el lado derecho. Siempre pensé que este tipo de cosas tan evidentes para nosotros estaba superada y zanjada hace mucho tiempo. Pero no es así. Por eso me ha parecido curiosísimo el anuncio que ha hecho el gobierno de Samoa de que a partir de las 6 de la mañana hora local del día 9 de septiembre, los conductores, que hasta ahora circulaban por el lado derecho (como nosotros), pasarán a hacerlo por el izquierdo (como los ingleses). Más allá del mero capricho, se alude a cuestiones económicas. Dice el Ejecutivo samoano que resulta mucho más económico importar vehículos de Australia, Nueva Zelanda o Japón (que conducen por la izquierda) que hacerlo de Europa o Estados Unidos. Supongo que será verdad porque si no, ¿A quién se le ocurriría cambiar una cosa así?

Buscando buscando, lo de Samoa no es ni mucho menos un caso aislado. Sin ir más lejos, nuestros vecinos portugueses condujeron por la izquierda hasta 1928. Y más recientemente, en Suecia, un país poco dado a la improvisación, se cambió el carril de circulación de la izquierda a la derecha. Es lo que se conoce como el Dagen H (o Día H, por höger, que es como se dice derecha en sueco). El caso es que se montó una extraordinaria campaña publicitaria por parte del Gobierno del país nórdico anunciando que la madrugada del 3 de septiembre de 1967, concretamente a las 5.00, se produciría el cambio. En concreto me ha fijado en el logotipo que se utilizó, una H con una flecha y la fecha del cambio. Imaginad la magnitud del asunto, sobre todo en las ciudades, donde no sólo había que cambiar absolutamente todas las señales de tráfico, sino también los semáforos, las marcas viales y los autobuses, ya que los viajeros se subirían y se apearían por el lado opuesto. Se calcula que esa noche se cambiaron unas 360.000 señales en todo el país. Diez minutos antes de las 5, se ordenó parar todo el tráfico de vehículos y bicicletas para descubrir las nuevas señales que habían permanecido ocultas desde su instalación días atrás.

Lo más chocante de todo es que la inmensa mayoría de los suecos estaban en contra del cambio. Así quedó reflejado en el referéndum de 1955, donde un 85% prefería seguir como hasta entonces. Pero el Gobierno finalmente se salió con la suya. En este caso las razones aducidas eran principalmente de seguridad. Los coches que se comercializaban en Suecia tenían el volante a la izquierda y era complicado observar el tráfico correctamente y maniobrar conduciendo por la izquierda. La realidad es que así fue, se redujo notablemente la siniestralidad vial. Paralelamente a esta medida, también se puso fin a la velocidad ilimitada en carretera.

8 de septiembre de 2009

La Casa Azul y ‘La nueva Yma Sumac’

La Casa Azul nunca dejan de sorprender. Lo último es que acaban de publicar un nuevo sencillo, ‘La Nueva Yma Sumac’, o bueno, habría que decir que se trata de un álbum en toda regla con catorce temas, entre los que hay canciones nuevas, versiones en directo y en otros idiomas, y dos pistas de vídeo con las dos versiones del clip del tema titular, uno en castellano y el otro en ¡japonés!. Lo cierto es que después de los sencillos de (la casi eurovisiva) ‘La revolución sexual’ y ‘Esta noche sólo cantan para mí’, el tema elegido para esta siguiente entrega no es de mis favoritos. Aunque después de ver el videoclip las cosas cambian. Os lo recomiendo por que es muy diferente de todo lo que hemos visto por estas tierras en los últimos tiempos. La pieza es obra del estudio de animación DuprezDolores. Aquí os dejo la versión en castellano:

Y ya que estamos con el tema de los videoclips de La Casa Azul, me he encontrado un reportaje de MTV España sobre este asunto, con entrevistas tanto a Guille Milkyway como a Domingo González, director de todos sus vídeos menos este último. Muy interesante, sobre todo la segunda parte si sois aficionados a la posproducción de vídeo como yo…


7 de septiembre de 2009

Cultura empresarial

Dentro de este cajón desastre que es eso que hemos llamado «la crisis», hay algunos temas que no han sido suficientemente tratados. Está claro que el paro es uno de los factores más dramáticos y llamativos de la actual situación económica. Muchos echan la culpa de ese paro galopante al Gobierno central y en menor medida a los gobiernos autonómicos. Pero apenas he escuchado algo que me parece muy importante: ¿Qué pasa con los empresarios?. Hace no mucho tiempo, Iñaki Gabilondo en su opinión del informativo de Cuatro (siempre magnífica, por cierto), aludía a la parte de culpa que tienen los empresarios. Comentaba como ejemplo la altísima tasa de temporalidad del empleado medio español (1 de cada 3 trabajadores es temporal), muy superior a la de nuestros vecinos de la Unión Europea. Hay muchos autores, cada uno con sus teorías sobre el por qué de esta alta temporalidad, y que intentan explicar este hecho tan peculiar de nuestra economía.

En la mayoría de los casos se alude, evidentemente, a una legislación demasiado permisiva que favorece los contratos temporales. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, el actual Gobierno ha intentado incentivar la contratación indefinida con resultados bastante decepcionantes. Por otro lado, los empresarios llevan algún tiempo proponiendo un despido «más barato». Tras leer artículos y noticias y observar con detenimiento el devenir de los acontecimientos llego a una conclusión: en España no hay cultura empresarial. Las empresas son, para bien o para mal, una parte indispensable de cualquier sociedad. Y en un Estado social y democrático de derecho como nos define la Constitución Española, tienen responsabilidades más allá de maximizar los beneficios. Más o menos es lo que se ha venido en llamar de forma rimbombantemente Responsabilidad Social Corporativa. Este concepto está cada vez más olvidado. Por ejemplo, ahora los empleados con más antigüedad no son un activo a aprovechar, sino un estorbo, porque cuesta más despedirlos y tal vez sean los menos productivos. Es preferible contratar temporalmente a un joven. Será más fácil prescindir de él en el futuro. Señores, lamentablemente esto es el capitalismo, o sea, la ley de la selva.

Si alguien construye la economía de un país dentro del libre mercado son las empresas, no el Gobierno. No importa las medidas que el Ejecutivo tome en favor del empleo si los empresarios no las aplican. Y los datos para el futuro son alarmantes. Existe un 14% de jóvenes españoles que ni estudia ni trabaja, algo que puede tener desastrosas consecuencias para nuestro futuro. Las poco alagüeñas perspectivas de trabajo en el futuro tienen buena parte de la culpa de este pasotismo. El desprecio a la meritocracia también, máxime cuando el desempleo de los universitarios es altísimo. Las empresas, sobre todo las grandes y las medianas, deben reflexionar sobre la sociedad que están construyendo. La economía están en sus manos y si no rectifican alguien debería obligarles a hacerlo.

6 de septiembre de 2009

‘En el Séptimo Cielo’

El mundo de la llamada tercera edad ha sido tratado en innumerable ocasiones. En la mayoría de ellas desde la nostalgia, el compadecimiento o desde otros puntos de vista «convencionales». Lo poco convencional del tratamiento de esta última etapa de la vida es lo que primero llama la atención de ‘En el Séptimo Cielo’ (‘Wolke 9’), una producción alemana dirigida en 2008 por Andreas Dresen. Dresen nos hace olvidarnos de la edad de los protagonistas (por cierto, unos actores magníficos) para construir una historia que perfectamente podría trasladarse a la adolescencia o a treintañeros.

Inge y Werner llevan treinta años formando pareja, pero cierto día, Inge se enamora de otro hombre, Karl. A partir de este momento, su vida cambiará por completo, para bien y para mal. En vez de olvidarlo y seguir adelante con Werner, decide entregarse. Poco a poco, la relación con su marido se deteriorará hasta que finamente no puede ocultar su amor por Karl. La pareja comenzará a tambalearse.

Dresen nos plantea un interesante dilema ya tratado en otros films: estabilidad y tranquillidad o vivir la vida intensamente sin pensar en el mañana. En este caso con el agravante de ser personas en el ocaso de sus vidas, deseando aprovechar cualquier oportunidad para vivir plenamente, porque quizás sea la última. Pero lejos de ser una película feliz, ‘En el Séptimo Cielo’ es un duro drama en el que abunda la tensión psicológica. También sorprenden las escenas de sexo, con desnudos integrales de los protagonistas, y que viene a romper los complejos a este respecto que tenemos sobre la tercera edad, mostrándose con total naturalidad. En definitiva, esta obra es sin duda honesta, directa, sobria y tremendamente dramática. Recomendable para gente sin prejuicios.

5 de septiembre de 2009

El leopardo de las nieves ya está en casa

En los mentideros maqueros no se habla de otra cosa: Snow Leopard. Dos palabras mágicas que definen el que quizás sea el cambio más radical y menos visible de la historia de los sistemas operativos para Mac. Porque, en realidad, lo único que no ha cambiado (salvo pequeños detalles) es el interfaz de usuario. Todo lo demás ha sido redefinido, reescrito y, entre otras cosas, rompe definitivamente la compatibilidad con los procesadores PowerPC que montaban los Mac antes de 2006. Además se trata de un sistema operativo íntegramente escrito en 64 bits, aunque con posibilidad de funcionar en 32. Este aspecto es un jaleo tremendo en el que no he entrado demasiado.

Nada más recibir el paquete corrí a instalarlo de cero en el MacBook. Porque, aunque sea una actualización, se puede instalar sin tener nada en el disco duro. Se ha comentado que es la única manera de experimentar la prometida mejora de velocidad, tanto de arranque y cierre como de funcionamiento. Tras esta primera instalación «de prueba» en el portátil pude comprobar por mí mismo que eso de la velocidad no era una estrategia de marketing: es verdad que va bastante más rápido y las animaciones son mucho más ligeras y no se entrecortan como antes. Las aplicaciones también abren más rápido (por ejemplo Adobe Photoshop CS4 abre en unos 3 o 4 segundos). Ahora tocaba instalarlo en el iMac, pero esta vez mediante un proceso de actualización. El proceso fue algo más lento (una hora más o menos) y le costó algo de trabajo completar los últimos detalles. Todavía quedan algunos aspectos que no funcionan al 100% y otros dan algunos pequeños errores. Por ejemplo, el nuevo QuickTime X se lleva mal con algunos plugins de QuickLook que funcionaban perfectamente con la versión anterior. Pero son cosas previsibles que iré puliendo a mano poco a poco. En cuanto a la diferencia de rapidez entre instalación nueva y actualización, la verdad es que es imperceptible.

Cuando instalamos de cero lo primero que vemos es el nuevo fondo de escritorio, llamado Aurora, similar al de Leopard. Si entramos en las opciones para cambiarlo, nos encontramos también con nuevos tapices. Entre ellos el de nuestro amigo el leopardo de las nieves que nos mira desde el otro lado de la pantalla. Uno de los detalles que han cambiado son los menús contextuales del dock. Ahora tienen fondo oscuro y letras blancas. En mi opinión rompe el aspecto general de todos los menús de Mac OS X sin un motivo claro. En relación con el dock, otro cambio es que ahora podemos navegar por el interior de las retículas, una cosa que echábamos de menos. Pero tal vez el cambio más importante no es en sí del sistema operativo, sino en el antes comentado QuickTime X, que ha sido reescrito completamente (algo que no se había hecho nunca). El interfaz cambia radicalmente y ya no hereda ninguno de los antiguos controles que nos han estado acompañando desde que QuickTime existe. Ahora es más rápido e incorpora nuevas funciones en las que no he podido meterme todavía por falta de tiempo. Otros retoques menores afectan a Exposé o al renderizado de fuentes, que ahora parecen más «rotundas».

En definitiva, los maqueros ya tenemos sistema operativo para rato. Inteligentemente, la gente de Apple no ha tocado lo que funcionaba y ha dotado a todo el conjunto de una mayor solidez y, sobre todo, rapidez.

Mac OS X Snow Leopard from Ricardo Martín on Vimeo.



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