Las islas Diómedes
Las islas Diómedes son uno de esos lugares extremos en medio de ninguna parte y a la vez un enclave estratégico de primer orden, al menos antes del fin de la guerra fría. Se encuentran en el centro del estrecho de Bering, justo a medio camino entre Asia y América, de Rusia y los Estados Unidos y por si fuera poco, en medio de la línea internacional de cambio de hora, de forma que las dos islas del archipiélago están separadas por 4 kilómetros y a la vez por 24 horas.
Haciendo un poco de historia, las islas fueron descubiertas para occidente por el explorador ruso Semyon Dezhnev en 1648, aunque no tomó posesión de ellas para el imperio ruso. Fueron redescubiertas ochenta años después para formar parte (esta vez sí) de Rusia. En 1867, Estados Unidos compró a Rusia Alaska y estableció como nueva frontera las islas Diómedes. La isla oriental (Inaliq) pertenece a América y la occidental (Imaqliq) a Rusia.
Existen varios proyectos para construir un túnel o un puente entre los dos continentes que tendrían como punto fundamental las islas. Aunque aún sólo son planes vagos, el proyecto de puente es el más elaborado hasta el momento y cubriría los 80 kilómetros que separan los dos extremos. Si se llegaran a realizar, sería posible viajar desde Londes hasta Nueva York sin salir de la autopista. Ni que decir tiene que todas estas ideas provocarían un impacto medioambiental catastrófico en uno de los lugares más inexplorados y vírgenes del planeta.